El aliado menos pensado para salvar dos países
Cada tanto es bueno ver cine catástrofe para recordar que siempre todo puede ser peor. Cuando la montaña más alta de Corea, un volcán inactivo desde mil años, da signos de actividad la vida de la península da un vuelco tanto en el norte como en el irreconciliable sur. Todo comienza con un terremoto que deja medio Seúl en ruinas, pero eso es sólo el principio. Inmediatamente los científicos detectan que el volcán tiene cuatro núcleos de magma. Sólo emergió el más cercano a la superficie, pero el mayor y el más profundo tiene el potencial de borrar del mapa a las dos Coreas. En una carrera contrarreloj un miembro del equipo tiene la única solución posible: perforar el cuarto núcleo de lava para descomprimirlo.
En el mejor estilo de ese género que convoca multitudes, en los primeros diez minutos la película se mete de lleno en las secuelas de la primera erupción del volcán y el primer terremoto. Escenas de huidas del protagonista en coche por calles que se abren inmediatamente después de su paso mientras la ciudad se derrumba. Nada demasiado diferente a, por ejemplo, “Terremoto: la falla de San Andrés”. Sin embargo, a partir de allí el filme coreano luego de esas escenas iniciales conserva intacta la acción, pero diversifica la trama y se fusiona con el drama personal y social y la intriga política. Es que para concretar el objetivo que salvará a la península, el comando de Corea del Sur deberá obtener un misil en Corea del Norte y colocarlo en el túnel de una antigua mina ubicada bajo el volcán para lo cual algunos personajes de ambos bandos deberán aliarse.