No te mueve nada: pulgares para abajo
Lejos de resucitar el cine catástrofe, la película Terremoto, la falla de San Andrés ni siquiera resulta entretenida y abusa de los golpes bajos y los efectos especiales.
Hace falta un terremoto para volver a unir a una familia. Esa es la forma más rápida de resumir cómo se conectan entre sí la gran historia y la pequeña historia de Terremoto, la falla de San Andrés.
La gran historia es la catástrofe en la costa Oeste de los Estados Unidos, mostrada de manera espectacular, con represas que se derrumban, edificios que se desploman y toda la parafernalia imaginable de incendios, explosiones e inundaciones, aunque con una alarmante falta de ritmo.
Vinculada a esa destrucción masiva, hay una trama tangencial, casi parasitaria, que incluye a un sismólogo (Paul Giamatti), a su equipo de trabajo y a una periodista, que aun cuando sufran algunos sacudones sólo están incluidos para brindar datos científicos e informativos sobre la magnitud del fenómeno.
La pequeña historia es la de un jefe rescatista (Dawyne Johnson), su esposa y su hija. Se trata de una familia separada (después nos enteraremos de que el origen de la separación es una tragedia), pero que todavía se quiere y sólo parece necesitar, bueno, un terremoto para volver a unirse.
Así como para mostrar la catástrofe la película de Brad Peyton abusa de los efectos especiales, para exponer los vínculos familiares abusa de los efectos emocionales. Es como mezclar mermelada con miel. Ambos dulces son ricos por separado, pero juntos te empalagan.
Precedida por las ambiciosas declaraciones de sus creadores, que pretendían resucitar el cine catástrofe, Terremoto ni siquiera llega a ser entretenida.
Por corrección política, uno puede obviar el detalle genético de que un tipo como Johnson tenga una hija como Alexandra Daddario. Más difícil es tolerar los diálogos de reconciliación conyugal en medio del desastre y la falta de integración entre el primer plano y el fondo en las escenas donde los personajes deben interactuar con los efectos especiales digitalizados.