Un desastre
Todo se derrumba delante de los anteojos 3D: edificios, credibilidad, el guión, las actuaciones.
¿Qué puede haber peor que un terremoto? Dos. ¿Quieren más? Súmenle un tsunami.
Es que en Terremoto: La falla de San Andrés pareciera que todo tiene que ser grandilocuente y a la énesima potencia. Como Ray, el protagonista, encarnado por Dwight Johnson, cada vez más grande (de físico).
Ray, que hoy es padre de adolescente linda, próximo a ser ex marido y piloto de helicóptero de bomberos, antes fue rescatista en Afganistán. No se sabe cuál de todos los motivos lo vuelven más heroico.
El asunto es que mientras un sismólogo (Paul Giamatti) está feliz porque está próximo a poder prevenir movimientos sísmicos, la alegría le dura bien poco, porque la falla de San Andrés, en la costa Oeste de los Estados Unidos, se activa y produce un terremoto. Ya dijimos, habrá dos, y un tsunami, por si el espectador desprevenido se perdió algo, o salió a rellenar el balde de pochoclo, o al baño. Siempre una catástrofe habrá en pantalla.
Como la familia de Ray, a quien le llega la carta de pedido de divorcio y en pocos minutos se entera de que su (ex) mujer se mudará con ricachón metido en el negocio de un edificio moderno y alto en San Francisco -los guionistas aprovechan todo- y con ella se mudará su hija Blake.
La Naturaleza es sabia, dicen, pero ocasionar la muerte de centenares de miles para que la familia vuelva a estar junta, tal vez, puede ser demasiado.
Al margen de que los edificios vayan cayendo de a uno en vez, y no todos juntos -la peli dura casi dos horas, hay que amortizar los costos de efectos digitales-, por ejemplo, ¿nadie cuestiona a Ray que, siendo un bombero en actividad, tome un helicóptero por su cuenta y se mande a rescatar en misión personal a su hija, en vez de ponerse a las órdenes de sus superiores en medio de semejante catástrofe?
Ok, Blake (Alexandra Daddario, de True Detective) alegra con su presencia la pantalla.
En una escena el letrero de Hollywood se desarma. ¿Premononición? Nah: la película no hará sucumbir a la Meca del cine occidental. En este cine de realismo cero, con Kylie Minogue en un cameo, como una de las víctimas, tanto del terremoto como de la película, ¿nadie le dijo a Emma -Carla Gugino- que se saque los zapatos de taco para correr entre escombros -y ¡arriba!- de una torre que se viene abajo?
En fin, que nadie es tan literal y previsible, porque cuando el sismólogo dice a cámara “No puedo hacer suficiente énfasis... Tienen que irse. Ahora”, no le hacemos caso y no abandonamos la sala.