California vuelve a ser el objetivo perfecto para destruir en este nuevo tanque industrial, Terremoto la falla de San Andrés que tiene a Dwayne Johnson como máximo héroe intentando salvar y unir a su familia (en todo sentido).
Para Hollywood, la familia es lo primero. Por eso, no importa cuanto se deba destruir en el camino, lo importante es que el héroe de guerra recupere a su familia.
Si no fuera por el tono solemne y patriótico, estaríamos frente a una de las mejores comedias de los últimos tiempos.
Ray –Dwayne Johnson- es un ex soldado que ahora se gana la vida como rescatista en el Valle de San Fernando. Su esposa le está pidiendo el divorcio y encima se está casando con un empresario de la construcción, que desea quedarse con su familia. Cuando un terremoto sacude California, Ray agarra el primer helicóptero que encuentra para ir a rescatar su esposa en el centro de Los Ángeles, y a su hija que se encuentra en San Francisco.
Esta es la excusa argumental de un típico film de desastres que se nutre en demasía de las películas de Roland Emmerich, especialmente 2012 y El día después de mañana, pero mientras el alemán siempre encuentra espacio para adosar su relatos de humor infantil y una sutil –ingenua- crítica sociopolítica, Brad Peyton se toma demasiado en serio la historia, y, sin pretender ser demasiado verosímil- construye una película demasiado absurda con secuencias bastantes ridículas y divertidas.
Más allá de la acumulación de lugares comunes y clisés, es demasiado notorio el robo a demasiadas películas de acción y la poca atención que se pone a los detalles en este tipo de films. Brad Peyton pretende hacer un relato emotivo y concientizador acerca del cuidado del planeta. No le sale.
La falta de tensión del relato, es compensada por las disparatadas situaciones que viven los protagonistas del film, prácticamente, sin despeinarse y apenas rajuñados. No sea cosa que le suban la calificación al film por contener escenas gore que perjudiquen la mentalidad de los jóvenes.
Si se quiere ver un exponente grasa de la ideología conservadora de los ejecutivos de Hollywood –con sugerentes referencias religiosas en el medio- Terremoto: la falla de San Andrés es el mejor ejemplo.
Aunque no hay que ser hipócritas. El film desde la primer escena desnuda su artificialidad e inverosimilitud.
Dwayne Johnson es un figura atractiva, indispensable para este tipo de películas, uno de los mejores héroes de acción de los últimos tiempos, pero no tiene el carisma de un Bruce Willis o un Schwarzenegger, que saben acotar una sonrisa en los momentos más tensos para dosificar la acción. Al film le falta humor consciente y provoca efectos hilarantes sin pretenderlo.