Mucha destrucción para poco relato
El cine catástrofe no necesita presentación. Terremoto: La falla de San Andrés cumple con todas las reglas del género desde su nacimiento hasta hoy. Y lo que importa: cuando llega el terremoto, este es espectacular. No hay manera de no seguir asombrándose por las posibilidades que el cine ha explotado a partir de la era digital.
Esta película es una de las que ha logrado reproducir con mayor espectacularidad los efectos devastadores de un terremoto sin precedentes. Edificios enteros se desploman frente a nuestros ojos de forma completamente real. Pero lamentablemente con eso sólo no alcanza.
Lejos del melodrama del cine catástrofe de los '70 (edad de oro del género) esta nueva película explora un simple drama familiar como centro de la trama. Apenas si le da espacio a un experto en terremotos para que acompañe en una trama paralela toda la historia. Pero fuera de eso, se muestra la vida de un experto en rescates en pleno divorcio, su mujer al borde de formar nuevamente pareja y la hija de ambos. Queda un tercero en discordia que es un cliché de manual de cine catástrofe y dos hermanos ingleses para completar. Pero en el cine catástrofe menos es menos, y que frente a semejante destrucción sigamos a tan pocos personajes no termina de funcionar.
Los actores son buenos, las situaciones son visualmente poderosas, pero el drama está muy concentrado en una familia y el resultado no es del todo logrado. Sin quererlo, la película parece no preocuparse por el destino de la mayoría, y cualquier espectador quiere saber algo más que la vida de estas tres personas. Siempre para lograr que los espectadores se identifiquen, las grandes tragedias deben contarse a partir de pocos personajes, pero en el cine catástrofe, la narración coral funciona muy bien.
Lo mejor del film es el prólogo –pura tensión– y las escenas iniciales, que también cumplen con las reglas del género. Pasado estos primeros minutos –y por el motivo mencionado– la película deja gusto a poco. Casi dos horas y sin embargo no alcanza para que la película tome vuelo. La perfección técnica convence en lo visual, pero no en la historia. Algunos momentos disparatados, como de cine clase B, mantienen el atractivo, y hay escenas de tensión hasta el final, pero más allá de eso, el guión no logra conmover, porque hay una distancia enorme entre los protagonistas y el destino de toda la sociedad.