“La ola” era una sólida película catástrofe sobre un tsunami en un fiordo noruego. Ahora esta secuela, “Skjelvet” es una obra maestra sorprendente dentro del género, tal vez porque lo combina con el más espeluznante thriller psicológico y el más duro drama familiar. El talentoso actor Kristoffer Joner es el geólogo que, en la primera película, trataba de salvar a su familia y a toda la gente posible de la temible ola. Poco después de la tragedia era llevado a la TV como un héroe. Pero, tres años después, se ha transformado en un pobre tipo tembloroso, separado de su familia, que ya nadie soporta su obsesión con las personas que no pudo salvar, los que aún siguen desaparecidos, y con cualquier señal de sismo o temblor que pueda pasar inadvertido antes de un nuevo tsunami.
La acción ahora es más interesante porque transcurre en la modernísima Oslo, donde un simple corte de luz o unas ratas que huyen de un túnel implican una visión ominosa, que por supuesto el protagonista asume como señal del gran terremoto aunque nadie le crea. En un punto, hasta él mismo acepta estar paranoico y trata de tranquilizarse, a pesar de recibir preocupantes noticias de un colega despedido sobre los constructores de una obra gigantesca que atraviesa el subsuelo de la ciudad. Así, el clima de tensión crece durante más de una hora sin ninguna escena típicamente espectacular. Pero claro, una película que se llama “Terremoto” debe incluir uno, o el público pediría que le devuelvan la plata de la entrada. Cuando sucede hay que agarrarse, porque vienen imágenes indescriptibles. La gran cualidad es que cada detalle es verosímil, y a todos los personajes les puede ocurrir algo ya que aquí no hay figuras hollywoodenses intocables. Pero, además de ser realista, el film tiene una cualidad apocalíptica que lo vuelve rayano en lo fantástico. John Andreas Andersen es el talentoso director del thriller “Cacería implacable” (2012).