Cinco historias de horror se combinan en este filme de los hermanos Rotstein que se destaca dentro de los filmes de género local por su sólida puesta en escena, sus muy buenas actuaciones y su perturbador clima.
El cine de terror en la Argentina sigue creciendo y creciendo en producción en estos últimos años. Según un análisis reciente se produjeron más películas de horror en la Argentina en la última década que en toda su historia. Como en cualquier género, hay mejores y peores exponentes, pero la película de los hermanos Rotstein se cuenta entre las más logradas de todas, especialmente por su muy sólido guión, sus buenas actuaciones (producto de un gran trabajo de casting) y, sobre todo, por una puesta en escena que es casi un lujo para el medio.
TERROR 5 cuenta cinco historias de horror con algunos contactos entre sí que se desarrollan en una misma noche y alrededor de una misma zona. En ellas hay espacio para una trama de zombies, otra de asesinos seriales, otra que transcurre en un albergue transitorio y algunas aún más potentes en cuanto a su contenido gore. Dos compañeros de oficina que tienen un affaire van a un telo sin saber que están siendo espiados. Otros dos hombres se enredan en inesperados y sangrientos problemas entre elloss. Un grupo de amigos mirá una película snuff sin imaginarse que pueden ser en cualquier momento parte de una de ellas. Y el caos saltará a la calle cuando una noticia política sacuda a todos, humanos o no tanto.
En una película que bebe tanto del género puro y duro como de cineastas que trabajan en sus márgenes (tipo Robert Rodríguez o el propio Quentin Tarantino) marca una diferencia importante contar con un elenco (Rafael Ferro, Juan Barberini, Julian Larquier, Nai Awada y muchos otros) que vuelven creíble el material, algo que no siempre sucede en las películas de horror nacionales, que muchas veces se experimentan como un juego de códigos y guiños internos que no se sostienen hacia afuera.
TERROR 5 tiene también algo de homenaje y muchos guiños, pero su principal objetivo está en impactar en el espectador común, el que disfruta de buenas historias bien contadas. Y eso, lo logra con creces.