Cuando el terror se vincula con lo real.
Presentado con buena repercusión en Le Marché du Film del Festival de Cannes 2016, el film muestra el número de historias que el título anuncia, entrecruzándose a lo largo de una noche. Y aunque algunos episodios “lagunean”, otros tienen gran nivel.
El ingreso de los hermanos Sebastián y Federico Rotstein al cine de género argentino debe ser saludado, tanto como lo fueron en su momento los de Nicanor Loreti con Diablo (2011), Valentín Javier Diment con La memoria del muerto (2011) y Daniel de la Vega con Hermanos de Sangre (2012, aunque éste tenía dos películas previas, de encargo). Todos ellos forman parte de una generación que, más allá o más acá de lo lúdico, se toma el terror y sus periferias en serio. Y, mejor aún, tiende a vincularlo con lo real. Presentada con buena repercusión en Le Marché du Film de Cannes 2016, Terror 5 muestra el número de historias que el título anuncia, entrecruzándose a lo largo de una noche que, se supone, es la misma noche.
Dispar, como parecería ser la regla de hierro de todo film en episodios, la película escrita por Sebastián Rotstein con la colaboración de Nicolás Gueilburt hilvana cuatro de esas historias alrededor de una que sirve de nexo. En las que podrían considerarse adventicias, una chica introduce a un compañero del cole a lo que es algo así como un centro de torturas (no sólo psicológicas) de profesores cagadores; dos amigos planean una noche erótica con dos partenaires, pero la cosa no saldrá como pensaban; un grupo de no-tan-amigos se junta a jugar a las cartas, pero nada les genera tanto placer como bullear a un chico gordito, sexualmente inexperto; una pareja de amantes que tampoco se lleva tan bien tendrá la sensación, en la habitación de un hotel alojamiento, de ser espiada desde detrás del espejo. Y el episodio mayor: juzgan al jefe de Gobierno porteño y otros dos funcionarios por el derrumbe en un edificio debido a la negligencia municipal, como consecuencia del cual murieron quince vecinos. La indulgencia del fallo será contestada por el regreso de los muertos, en forma de levantamiento zombie.
Terror 5 combina la presencia de algún actor conocido, Rafael Ferro, con la de otros sumamente populares en distintos nichos del cine indie: Edgardo Castro, Julián Larquier, Jorge Prado, Berta Muñiz, Walter Cornás. Todos los rubros técnicos, en manos de profesionales de primera (Nicolás Goldbart y Federico Rotstein en el montaje, el propio Cornás en la dirección de arte, Marcelo Lavintman en la fotografía) son clase A. Director de fotografía de Pizza, birra, faso, Ana y los otros y El otro, entre otras, Lavintman realiza una labor extraordinaria, no sólo por el trabajo de claroscuros –esencial al género– sino por el denso tratamiento de color, que por sí solo inscribe a la película en el fantástico. De actuaciones también impecables, algunas de las historias “lagunean”, como si su razón de ser residiera exclusivamente en el remate. Pero a la vez tienen el mérito de no apoyarse en el efecto, sino de llegar a la conclusión a través de la historia, el relato pacientemente construido. El mejor episodio es, claramente, el del bulleo al chico al que le dicen “Virga”, de clima crecientemente persecutorio, liderado por un Cornás en pequeño demonio. Un zombie agitando la bandera argentina es lo que se dice una imagen polisémica, en el episodio respectivo.