La continuación de Terror a 47 metros, que ya de por sí no fue una gran película de tiburones, es una típica propuesta de televisión que por esos designios incompresibles de la distribución tiene la suerte de llegar a la cartelera.
En los últimos años los filmes relacionados con esta temática volvieron a cobrar popularidad y si bien están lejos de ser obras relevantes al menos ofrecen un entretenimiento dentro del género de supervivencia.
En el caso de esta producción nos encontramos con un clon de la primera entrega con la particularidad que el nuevo argumento presenta a los típicos adolescentes idiotas del cine de terror y el tiburón más inepto en la historia del cine.
Una combinación que da lugar a situaciones absurdas que te hacen reír por los motivos equivocados.
Por eso es una propuesta que recomendaría posponer para la televisión, si son seguidores de estas historias, porque no vale la pena en el cine.
Hay otras opciones más interesantes para disfrutar en una sala que esta clase de producciones que podés encontrar a patadas en el canal Scy Fi o Netflix.
El director Johanne Roberts responsable de la primera entrega presenta un trabajo decoroso en la escenas de acción, un aspecto del film que resulta opacado por los personajes tediosos que presenta el relato y un tiburón que se queda corto en materia de susto.
A quienes les gusten este tipo de historias les recomiendo conseguir Capsized: Blood in the Water, la primera producción original del canal Discovery Channel que recrea un caso real de supervivencia ocurrido en los años ´80.
Filmada con menor presupuesto y en apenas 10 días ofrece una thriller mucho más sólido que este estreno para cines.