Terror a 47 metros: El segundo ataque es una película de terror en el que un grupo de adolescentes que bucean en una ciudad en ruinas sumergida en la costa de México son atacadas por tiburones asesinos que habitan en el lugar. Está escrita y dirigida por Johannes Roberts y protagonizada por Sophie Nélisse, Corrine Foxx, Brianne Tju y Sistine Rose Stallone.
Si bien se trata de una secuela, no hace falta haber visto la entrega anterior, porque aunque ambas comparten el mismo universo diegético cambian los personajes. Por eso en esta ocasión tenemos a Mia (Sophie Nélisse), una joven buceadora víctima del bulling, que para integrarse en el grupo de amigas de su media hermana Sasha, Corrine Foxx, decide acompañarlas a recorrer una ciudad sumergida, sin tener en cuenta que ésta es en realidad una trampa mortal habitada por tiburones.
Una de las cosas que hace que esta película funcione es que en pocos minutos resuelve la motivación de su protagonista para tomar esa decisión, porque es clara y genera rápidamente empatía con los espectadores. Y a partir de ahí vamos viendo cómo este grupo de adolescentes toma una serie de decisiones imprudentes que dan sentido a la trama, que funciona gracias al muy buen uso del fuera de campo. Así como también jump scares eficaces con las apariciones sorpresivas de estos monstruos acuáticos, que dan lugar a escenas de violencia explícita.
Un párrafo aparte merece el muy buen trabajo de fotografía, a cargo de Mark Silk, que hace lucir su larga trayectoria como camarógrafo especialista en escenas debajo del agua. Y esto se puede apreciar no solo en la fluidez de los movimientos, sino también en el buen aprovechamiento de la luz, tanto natural como artificial, que permite identificar claramente a cada personaje aun detrás de su equipo de buceo, así como también esta ciudad en ruinas y a cada uno de estos amenazantes tiburones.
En conclusión, Terror a 47 metros: el segundo ataque no ofrece nada nuevo, pero su director la hace funcionar gracias a un muy buen manejo de los lugares comunes del género, y esto es meritorio teniendo en cuenta que no lo logró ninguna de las secuelas de Tiburón ni tampoco Megadolon. De esta forma queda demostrado que en el cine es mucho más importante el cómo se cuenta una historia a su contenido, porque una buena puesta en escena suple eficazmente la falta de originalidad.