Luego de haber generado una piedra fundamental en el horror con The Blair Witch Project, Eduardo Sánchez y su compañero Daniel Myrick siguieron sendas separadas, pero siempre dentro del género. Ninguno pudo llegar nuevamente a pisarle los talones a ese film esencial del metraje encontrado, pero claro está que lo han intentado varias veces. En este caso, Sánchez eligió seguir su carrera con el enfoque de la cámara en mano, pero abordando la leyenda de Pie Grande y con algún que otro cambio en una fórmula claramente gastada. El resultado final es Exists, una mezcla de buenas y malas ideas que es sólo un 25% del potencial que alguna vez supo demostrar el director.
Todo comienza entonces con un grupo de cinco amigos en ruta a una cabaña en el bosque para pasar un fin de semana de descanso, alcohol, música, drogas y sexo. Vamos, el combo perfecto para que todo salga mal. En el camino, en plena oscuridad y en el medio de la nada, embisten algo. Sin hacerle mucho caso y culpando a un animal, el quinteto sigue sin mirar atrás, sin saber que han cometido uno de los peores -y quizás últimos- errores de sus vidas. Si algo no se le puede reprochar a Exists es que vaya al grano casi instantáneamente. El film tiene que aprovechar sus acotados 85 minutos de duración y utilizarlos convincentemente, y lo hace... con clichés a morir.
Uno de los grandes protagonistas de The Blair Witch Project y las subsiguientes películas de Sánchez era el diseño de sonido, que asustaba mucho más que las imágenes, o lo que se vislumbraba en las penumbras. Acá es uno de los motores de la película, que estremece con cada aullido del villano peludo, mucho más que sus apariciones a la luz del día. El gran cambio de la amenaza -tanto de noche como a plena luz del día- es una brisa de aire fresco, pero que le quita un poco de mística al acoso nocturno de siempre. Eso y que el diseño de la criatura causa pavor por su veracidad y rapidez. Es una lástima que los pequeños detalles no sumen a la hora de establecer credibilidad con los protagonistas, una pandilla de idiotas detestables a los que, en vez de vitorear para que sobrevivan, uno grita a la pantalla por las decisiones imbéciles que cometen. Sin estas no habría película, sí, pero el nivel de idiotez no permite que se conecte en forma fehaciente con ellos. Aún así, la revelación final realza un poco la historia y conlleva a una interesante resolución, que si bien no salva el resto del film, termina con algo de dignidad un proyecto fallido.
Exists se queda en territorio explorado y ofrece poco en materia de terror en estado puro, como sabemos que el cubano Sánchez supo conjurar en algún momento de su carrera. Si quieren acercarse a un film de Pie Grande más cercano en espíritu a The Blair Witch Project, les recomiendo Willow Creek, de Bobcat Goldthwait, una película mucho más lenta que la presente, pero con escenas más escalofriantes y sugestivas que la explotación acá presente.