Las bandas reales y los largometrajes ficcionales tienen una sana relación hace un buen tiempo, desde los Beatles pasando por Kiss hasta intentos más contemporáneos como el de Metallica. Aunque en esta ocasión, esa tradición parece venir más de la mano del estilo del esfuerzo audiovisual que supo realizar la banda Tenacious D de Jack Black. «Studio 666» junta el rock con el cine de género y algo de comedia sabiéndose nada más profundo que un buen rato para cualquier fanático de la banda o de este tipo de sangriento divertimento.
Dave Grohl y compañía tenían algunas decisiones que tomar a la hora de encarar este proyecto. La primera es quizás la más importante: ¿Para quién es? Podrían haberlo hecho solo porque querían protagonizar una peli, o algo exclusivamente pensando en los fans de la banda, aunque seguramente los tentaba (siendo posiblemente fans del terror) poder captar un poco del público del género que tan receptivo es con todas las potenciales experiencias en festivales especializados. El resultado no es poco ensalada pero sí termina siendo efectivo gracias a tener siempre como prioridad divertirse haciendo algo enfocado completamente en entretener.
El carisma de Grohl lo sostiene de buena manera como protagonista, con unos pocos actores «reales» sosteniendo los roles más satelitales. Aunque una de las mejores decisiones por parte de la dirección es que el resto de la banda se sostenga más en la química entre ellos que en su carisma o dotes actorales. Los chistes se sienten como un juego entre amigos pero tampoco necesariamente llegando a tocar la poco satisfactoria zona de «improvisación» que tan mal le hace a la comedia estadounidense en general, un buen equilibrio entre guion y ensayo que seguramente fue resultado de una colaboración entre los miembros de la banda para dar veracidad a su dinámica. Entre eso y que el director BJ McDonnell entiende que una cinta de terror debe sostenerse en un buen uso de banda sonora, uno puede sentarse tranquilo sabiendo que no está en manos tan inexpertas.
Hay buena música, sorprendentes cameos, priorizando la atmósfera ocasional de tensión aunque sin sacrificar por ello el humor que constantemente dice presente. Entiende muy bien que para ser una comedia de terror efectiva debe saber cuando tomarse completamente en serio y cuando levantar el pie del acelerador para que todos recordemos que la sangre falsa y los demonios asesinos están en pantalla para que vuelen los pochoclos por el aire. Quizás pierde intensidad en el cierre final, pero para entonces la hora y media anterior ya ha sabido entregar un buen ritmo, alguna risa y la cantidad justa de sobresaltos y litros de sangre.
No es ninguna obra maestra, ni tampoco trasciende la experiencia a la que apunta. Pero ya es un triunfo valorable que «Studio 666» logre ser un buen rato para un grupo de amigos, una noche inofensiva de pareja o incluso satisfacer la curiosidad individual de «¿Será cualquier cosa esta película que flashearon hacer los de Foo Fighters?».