Miedo polar ausente
Terror en la Antártida es la nueva producción de Dominic Sena, director de Swordfish (2001) y 60 segundos (Gone in 60 seconds, 2000) entre otras. Incursionando en el género de terror, el director hace un film esquemático de asesino serial, donde el único aporte es el contexto frío y desolador de la Antártida, pero que no alcanza para justificar la débil y predecible trama.
Carrie Stetko (Kate Beckinsale) es una hermosa mujer policía (de esas que no encontraremos jamás en la Bonaerense) que por un conflictivo caso en su pasado, acepta un puesto en el más remoto de los escenarios: la Antártida. En este inhóspito lugar del mundo nunca ocurrió un crimen; por tal motivo la serie de cuerpos encontrados genera un misterio y termina con el paraíso blanco.
Uno se imagina varias cosas al pensar un film sobre la Antártida: gente con grandes abrigos que se aburre mucho y, lo peor, no habrá un solo desnudo. Nada de esto pasa, ya que en los primeros minutos vemos un cuartel repleto de jovenes lindas y fiesteras. Sí, la Antártida es un viaje de egresados para Hollywood. Lejos quedaron los recuerdos de “terror polar” de La cosa (The Thing, 1982) de John Carpenter.
Terror en la Antártida (Whiteout es el título original) es tan esquemático como film de terror que no se permite salir de los lugares comunes del género, entre ellos, la fiesta adolescente, la protagonista bella que no reprime gritos de miedo ni evita mostrar sus curvas (se lastima las manos por el frío pero nunca sus carnosos labios). La vuelta de tuerca sobre el final y los asesinatos brutales no hacen más que confirmar lo expuesto. Y, encima de todo, la culpa la tienen los rusos que en la Guerra Fría experimentaron con bombas nucleares.
Nada nuevo bajo el sol y menos sobre el hielo. Eso sí, para rescatar son los efectos visuales de las tormentas de hielo. Para morirse de frío, pero de miedo no.