Como mata el viento sur
El título local es engañoso, porque Terror en la Antártida de terror no tiene nada. Es, sí, claramente un film de género, pero de género policial, lo que a veces en la jerga se llama whodunit (deformación de who done it): la investigación de uno o más asesinatos a cargo de un detective, o personaje que cumpla ese rol. Y el rol lo cumple aquí la agente Carrie Stetko (Kate Beckinsale), Marshall de los USA en territorio antártico, quien debe investigar una serie de asesinatos en medio del desierto de nieve y en las bases científicas instaladas en el continente helado. Y en el ínterin procurar que ni el asesino ni el clima hostil se la lleven puesta. Se trata de la adaptación más o menos fiel de Whiteout (también el titulo original de la película), un muy premiado comic, al que le cambian el sexo de uno de los personajes principales e introducen alguna variante en la trama, pero respetan a la protagonista, la mayoría de los secundarios, y buena parte del planteamiento del caso investigado en el primero de los dos volúmenes de la obra.
La gracia del asunto, tanto en comic como en film, esta en el escenario adverso antes que en el caso policial (aunque este tiene un desarrollo más sólido en el comic), y las mejores escenas del film son aquellas en las cuales el escenario le roba el protagonismo a los personajes. Como cuando la agente y sus colaboradores quedan atrapados en un avión estrellado bajo el hielo, o los peligrosos pasajes por el exterior de las bases en medio de una tormenta, a través de cables que si se sueltan lo dejan a uno a merced de los terribles vientos que pueden arrástralo a kilómetros de distancia. La gran protagonista precisamente es la “witheout”, una tremenda tormenta de nieve y vientos que soplan a cientos de kilómetros por hora, y que de agarrar a alguien a la intemperie suponen la muerte casi segura.
Pero si el clima hostil brida los momentos más interesantes es también porque la trama policial no es demasiado interesante en si misma, y la resolución del quién y por qué es bastante previsible y decepcionante. Tampoco los protagonistas ofrecen demasiado de sí. Así, Kate Beckinsale se pasea por todo el film con actitud sufrida, mientras unos flashbacks incesantemente repetidos vendrían a explicar su furia interior y su actitud desconfiada, en un intento de darle algo de espesura a un personaje que jamás se baja de la pose solemne y atormentada.
Terror en la Antártida, la película, es más bien un policial del montón, con escenario exótico y hostil que es el que brinda el poco interés que el relato tiene para ofrecer. En tanto, el asunto se presenta con bombos y platillos como “el primer asesinato en la Antártida”, como si eso aportara algo más que la posibilidad de incluir el caso en algún libro de records y curiosidades tipo “¿sabía usted?”.