Terror Menesteroso
En 1975 Steven Spielberg encandilaba a la crítica y horrorizaba a viejos moralistas con su thriller Tiburón (Jaws). En aquel entonces, el director multi-galardonado recién comenzaba a deslumbrar con sus proezas cinematográficas y durante la filmación de la película, Spielberg se topó con un contratiempo que definió la esencia de la misma. El presupuesto se había consumido y no restaba dinero para la reparación y el mantenimiento de los tiburones mecánicos.
Quizá doblegado por la carencia o quizá iluminado por su audacia, el director estadounidense comprendió que no sólo podía prescindir de las máquinas sino que al no ofrecer una definición visual inmediata de su criatura la audiencia le adjudicaría sus propias características, aumentando así el suspenso, la tensión y la expectativa que, dicho sea de paso, son tres pilares fundamentales del género. Steven comprendió que, para sus fines, sugerir probaba ser más efectivo que mostrar.
David R. Ellis, director de Terror en lo profundo (Shark Night 3D, 2011), engaña al espectador haciéndole creer que adopta esta premisa para luego sacrificarla en pos de algunos sobresaltos malogrados, con el propósito de justificar su formato (tres dimensiones). Los dos filmes mencionados, entonces, no comparten nada más que lo evidente. Sí, hay postrados algunos tributos por parte de la segunda; la primera víctima es una señorita excitada y figura un primer plano de una extremidad sumergiéndose hasta el fondo de la masa acuática. Pero no. A pesar de ello, la película no absorbe ni una minúscula parte de la grandeza de su antecesora espiritual.
Nick (Dustin Milligan) es un universitario dotado de mucha perseverancia. Vive aplicadamente en una habitación del campus con su mejor amigo Gordon (Joel David Moore) y ayuda con deferencia a su compañero Malik (Sinqua Walls) en sus estudios. Juntos se sumarán a Blake (Chris Zylka), Maya (Alyssa Diaz) y Beth (Katharine McPhee) para pasar un fin de semana en la casa de lago de Sara (Sara Paxton). Algo más que placer aguardará en las aguas pantanosas.
La historia no cuadra. No sólo eso, incluso los giros dramáticos despojan al tiburón de su posición privilegiada y comprometen su estatus de depredador. Volviendo a Tiburón, uno de los elementos más atractivos constaba en posicionar al ser humano en el mar, territorio en donde el enemigo se desenvuelve con comodidad, para poder asistir a una batalla intrincada y presenciar, eventualmente, una hazaña contra todos los pronósticos. En Terror en lo profundo los tiburones, por intervención humana, son sustraídos de su hábitat natural y posicionados en lagos y lagunas. Los locales, de esta manera, pasan a ser los humanos, y tanto su instinto asesino como su efectividad mortífera permanecen opacados frente a los artificios humanos y la limitada extensión de su lógica aterrorizada.
En el terreno interpretativo nada llama la atención exceptuando a Donal Louge, eterno actor secundario, que nunca defrauda con su comicidad y Joshua Leonard que personifica a uno de los rednecks encargados de atormentar al grupo de estudiantes. Claro que después de Tucker and Dale Vs Evil (2010) para este tipo de personajes se estableció un estándar de calidad muy difícil de alcanzar, pero no obstante, y aunque no alcanza ese nivel de espectacularidad, Leonard cumple.
David R. Ellis, luego de reconocer la inconsistencia de su proyecto, podría haber optado por una reconstrucción gore del guión. La sangre de los desmembramientos suele rellenar la vacuidad privativa de muchas películas del estilo. No lo hizo. No hay ninguna escena particularmente impactante y la explicitud es escasa. Una película que carece de ritmo y balance.