Tiburones, jovenes en busca de diversión y un cineasta que se tomó todo muy en serio.
Voy a empezar la nota con una apreciación completamente personal, con la que ustedes podrán disentir o compartir: hay solo dos formas de hacer cine utilizando criaturas (monstruos, animales peligrosos, etc) y son o aterrorizando (para no irnos muy lejos, Tiburón, de Spielberg) o tomandose todo con humor, como hizo Alexandre Aja en Piranha 3D. El director David R. Ellis (el tristemente célebre director de Snakes on a Plane) no cumplió con ninguno de estos dos elementos porque ni asusta y, al parecer, el hecho de que haya tiburones azotando las costas de un lago no es algo para risa. Pero dejemos la opinión de lado un segundo y hablemos de la película.
Todo comienza a fin de curso, cuando un puñado de universitarios decide irse a la casa de Sara (Sara Paxton), una chica de familia adinerada que posee una coqueta cabaña en una isla. Allí, rodeados por el lago, planean beber, disfrutar de las vacaciones y hacer deportes acuáticos, pero todo se pincha cuando uno de ellos es atacado por un tiburón mientras disfrutaba del wakeboard.
A partír de allí, ellos buscarán ayuda, y lo único que encontrarán serán más problemas, ya que un antiguo novio de Sara y su perverso amigo algo tienen que ver con todo este enredo de escualos. Claro que, mientras toda esta historia de amores fallidos y traiciones sucede, los tiburones siguen haciéndose un festín con los chicos.
Como decía, el mayor problema de la película es la falta de humor. Está bien, puede sonar perverso de mi parte, pero -y pido perdón por lo repetitivo - recuerden Piranha 3D. Los límites de absurdidad a los que llegaba esa película la convertía en algo hilarante, y no solo eso, ya que también tenía algún que otro salto. Ni que hablar - y yendonos al demonio- de las películas producidas por Roger Corman de las que hablamos ayer, en donde absolutamente nada tiene sentido y, sin embargo, son una fuente de diversión inagotable. En Terror en lo profundo lo que nos encontramos es una mezcla entre Viernes 13, Hostel y si, algo de Tiburón, pero tan poco, tan sin sabor que se convierte, más que en un tributo, en una parodia realizada con triste solemnidad.
En definitiva, si disfrutan ver este tipo de películas, si de verdad les gustan, no pierdan el tiempo con ésta. De verdad, el poco encanto que la rodea provoca que la única parte relativamente graciosa (y lease muy marcado el relativamente) es el rap tonto que puede verse después de los créditos. Si toda la película hubiera tomado ese perfíl, la historia (y esta review) sería muy distinta.
@JuanCampos85