Apenas un bocadito de cine
Los tiburones, las pirañas, los cocodrilos y demás devoradores nos han regalado regocijantes e impactantes momentos de terror (gore) clase B. Las imágenes de esculturales bañistas atacadas por hambrientas criaturas constituyen, ya, una estampa clásica del cine de género.
En esa línea, esperábamos de Terror en lo profundo otra "simpática" entrega de sadismo y humor negro, ahora potenciada por les efectos 3D. Error. Este film del director de Destino final 2 y 3, Terror a bordo y una pequeña joya llamada Celular no es más que una acumulación (hasta el hartazgo) de lugares comunes de este subgénero que no ofrece una sola idea original, un solo plano logrado.
Berreta, grasa y previsible como pocas películas de los últimos tiempos, tiene como protagonistas a un grupo de chicos lindos universitarios que viajan a una casa junto a un lago de agua salada y, poco a poco, serán víctimas de los tiburones diseminados allí por un par de malvados/perversos.
Ni los efectos visuales, ni los animatronics, ni el 3D ni mucho menos las actuaciones alcanzan aquí al estándar mínimo al que nos tiene acostumbrado el cine norteamericano. Todo es muy pobre. Esta vez, los tiburones nos regalan un mísero bocadito de cine.