Terrorífico mundo virtual
Regresan los acechos y las criaturas monstruosas a la vida de una padre y una hija en esta continuación basada en un requerido videojuego del mismo nombre.
El relato sigue a Heather Mason (Adelaide Clemens) y su padre (Sean Bean), quienes deben escapar mudándose de ciudad, mientras son perseguidos por las fuerzas oscuras de “La Orden”.
La acción no espera y llega rápidamente, ya que mientras se acerca el cumpleaños de Clemens, las pesadillas son cada vez más recurrentes e intensas.
El silencio del padre no la dejará comprender que sucede, pero para ella, las respuestas no tardarán en llegar. Mientras la joven acosada por el mal busca respuesta, aparecerá un detective que la busca sin cesar, un joven aliado y el inminente regreso a Silent Hill, tras la desaparición de su padre.
El film cuenta con buen ritmo y logrados efectos especiales en medio de una atmósfera que juega con payasos siniestros, calesitas de un parque de diversiones y una realidad que se abre a un mundo virtual y peligroso.
Los puntos más endebles de esta secuela son las sobreactuaciones de los actores principales, un guión cuyas ideas se van agotando rápidamente y situaciones que no generan un clima angustiante.
Los ingredientes esenciales de Silent Hill, son las persecuciones, un disco que encontrará su revelación y efectos en 3D que le brindan un toque más perturbador al cuento (en especial la escena de los dedos y cabezas cortadas o las afiladas cuchillas que alcanzarán al espectador) haciendo de la película un plato sangriento sólo apto para fanáticos.