Un regreso que llega sin interés
Con el supuesto atractivo del 3D y como secuela de una película basada en un popular videojuego, ahora llega a las salas locales una muestra del género de terror que en definitiva produce más asco que miedo.
Secuela del film de 2006 basado en el popular videojuego, Silent Hill 2 busca obviamente extender el éxito y mantener el interés. Hay muchas formas, claro, de hacer esto, y Silent Hill 2 opta por una de las más complicadas.
La idea de la película es explicar, extender, más cosas de las que el film original planteaba. A mayor explicación, menor interés. Peor aún, las explicaciones tienden a forzar tanto las cosas que arruinan no sólo el interés, sino el entretenimiento. En dos escenas la protagonista –su personaje era una niña en el film anterior– que está a punto de cumplir 18 años ya vive la lógica que atravesará todo el film. El mundo real de Heather invadido por las fuerzas que intentan llevarla a ese lugar llamado Silent Hill. Con mucha velocidad la película se mete en tema y con la misma velocidad pierde interés.
En la película conviven truculentos efectos mecánicos de la vieja escuela cinematográfica, con no tantos, pero muy malos efectos digitales. Muchas escenas, a su vez, exponen la búsqueda del impacto 3D con el que el film se estrena. El padre de Heather desaparece y ella queda sola para enfrentarse a quienes la persiguen. No vayas a Silent Hill, le dice el padre en una carta que le deja a ella. Pero obviamente es allí a donde la película va, luego de explicar una serie de cosas que no aportan, sino que restan mucho.
Parece ser que es un nuevo defecto del cine de terror el buscar explicaciones y aclarar los puntos ambiguos. Se olvidan que justamente el terror se basa no sólo en lo que se sabe, sino en lo que no se sabe. A medida que el espectador comienza a entender motivos, ideas y a recibir respuestas, el misterio inconsciente que lo ata a estos relatos se desarma.
A pesar de los rostros de algunos actores conocidos, no es el fuerte de la historia la actuación, y la intensidad dramática que intenta equilibrarse con los momentos de terror no funciona. Los golpes de música y sonido intentan que el espectador se asuste, pero Silent Hill 2 pertenece a los films de terror que producen asco más que miedo. La revelación del título llegará aunque sea difícil para ese momento sentir algún interés por el relato. Definitivamente habrá que poner esta segunda parte en la lista de aquellas que no valen la pena.