Más allá de un excelente –por más que resulte habitual, cosa que no se debe confundir con rutinario- protagónico de Ricardo Darín y una impecable factura técnica, Tesis sobre un homicidio falla en su remate y además se emparenta de manera llamativa con El Secreto de sus Ojos. Ambos largometrajes, aunque el de Juan José Campanella haya sido más abarcativo y ambicioso, entran dentro del terreno del thriller policial y presentan un cruento y misterioso asesinato a una chica, que casualmente propiciará la obsesiva investigación de un abogado especialista en criminología, rol llevado a cabo por el mismo intérprete del film ganador del Oscar, cuyo protagonista trabajaba asimismo en el ámbito judicial.
Paralelismos que se acumulan y pueden no resultar tan oportunos. Fuera de esto, Tesis sobre un homicidio atrapa en todo su transcurso con buenas armas formales y expresivas. La calidad de todos sus rubros, como el de la fotografía, se aprecian con gusto, en medio de un desarrollo argumental que siempre genera interés, a través de ese investigador vuelto docente que desea fervientemente volver a sus mejores épocas. Y que acaso haya
creado para sí un escenario criminal ideal para que esto sea factible, porque él no está fuera de la lista de sospechosos, aún convencido de la culpabilidad de un alumno suyo, a la vez hijo de un viejo amigo. El sorpresivo y ambiguo desenlace sugiere un difuso culpable, sin embargo se asemeja más a un final abierto que a otra cosa. Justamente un momento de clímax en el que daba la sensación que aún faltaba mucho por contar; el principio de una etapa investigativa definitoria en la trama. El talentoso Hernán Goldfrid, responsable de la formidable Música en espera, comedia
romántica que aunaba varios géneros y estímulos, no alcanza aquí los mismos resultados pero repite buenas performances actorales, aparte de Darín se destacan Arturo Puig y el hispano-cordobés Alberto Ammann con exactas composiciones.