Sherlock Darín
Sin dudas que si hoy Ricardo Darín decidiese protagonizar la "remake" de "Cuando los duendes cazan perdices", o "Pobre mi madre querida" haría capote, ya que sigue logrando eso del arrastre de público a las salas por nombre o cierta prestigiosidad y éxito adquirido en el campo interpretativo cinematográfico. Esto es claro, y lo es aún más el visible maniqueo de opiniones vertidas hace semanas por el actor a los medios, con un verdadero efecto "bola de nieve" marketinero. Ahora reaparece aquí como un especialista en derecho penal, que además de haber publicado libros, gustarle el whisky, tener un pasado de afectos amorosos superador, se verá involucrado en un feroz crimen ocurrido frente mismo a la facultad de derecho, cuando el está en plena clase, lo cual visto y analizado desde el guión tiene tanta credibilidad como la vaca que se cayó del avión en "Un Cuento chino".
Habrá un sospechoso conocido, Bermúdez (Darín) hará su propia investigación, la cual se tornará obsesiva, y aquí es cuando el director se vuelve cultor de homenajes y copia hasta el cansancio escenas de filmes como "Blow out" de Brian De Palma o "La Conversación" de Cóppola. El mayor problema que tiene esta propuesta no es que por ejemplo la actriz (se la puede considerar...asi? cuando claramente se observa en un plano que le han colocado las "mágicas gotitas" artificiales que hacen aparecer el llanto en su rostro), decimos Calu Rivero, un verdadero invento con menos expresividad que la chica que hace de su hermana y solo aparece...muerta. Este no es el problema de esta peli, lo es su previsibilidad, su monotonía, ya que no hay que ser demasiado erudito para darse cuenta por donde va a resultar el culpable.
De allí que la misma peli sea ejecutadora de su propio "spoiler".
Hay que reconocer que está bien filmada y con buena fotografía, en lo técnico es atendible, pero el guión les hace agua, y nunca ninguna película se puede sostener sola por peso del protagonista.