¿Y si no fuera él?
Lo primero que hay que decir de un filme como Tesis sobre un homicidio es que la calidad técnica, de imagen, sonido, fotografía y puestas en escena es estupenda. Da gusto poder disfrutar de un cine argentino con esta calidad y, claro, da gusto que se haya vuelto un poco una costumbre dentro de lo que podríamos llamar la "veta comercial" de nuestro cine, que parece haber dejado atrás esas imágenes porosas y esos doblajes desfasados, cosa que ayuda mucho a que una película se disfrute más fácilmente.
Hernán Golfrid vuelve a ponerse tras las cámaras luego de la grata sorpresa que fue Música en espera (con Natalia Oreiro, Peretti y Norma Aleandro) en este thriller detectivesco protagonizado por un profesor de leyes (Roberto Bermudez, interpretado magistralmente una vez más por Ricardo Darín) y un alumno bastante engreído de su clase (Gonzalo, el español Alberto Ammann), que luego de un asesinato en la puerta de la facultad, se transforma, según Roberto, en el principal sospechoso.
Con una narración muy cuidada, lenta, pero a paso firme, Golfrid propone este juego entre el gato y el ratón entre el profesor y el alumno. La policía no tiene ningún dato sobre el crimen, pero Roberto no puede dejar de ver detalles, pequeñas señales que sirven como indicios para creer que Gonzalo es el culpable. La lucha de Bermudez es solitaria: las pistas son tan sutiles que no le sirven a la policía; la opinión de sus conocidos no le es favorable; un error en un caso similar en el pasado lo condena a la desconfianza; pero los indicios están ahí, uno tras otro, puntada tras puntada hilando fino un entramado macabro. Rodrigo parece querer demostrarle algo y haber llegado a cometer un crimen para ello.
El guión de Patricio Vega (Mi primera boda) avanza a cuentagotas, con ritmo cansino, pero tiene el don de ofrecer una buena cantidad de diálogos muy verosímiles, frescos, que entretienen por su realismo y su naturalidad. La puesta en escena de Golfrid, la forma de disponer las imágenes en los momentos en donde los diálogos se ausentan y la historia parece detenerse en su progresión narrativa, salvan al filme de no caer en el aburrimiento. Una interesante banda de sonido es otro de los elementos que ayudan a mantener el suspenso aún cuando el guión pareciera ir demasiado lento.
El elenco, liderado por Darin y Ammann, cumple una tarea irregular. Darín vuelve a deslumbrar en un papel similar al de El secreto de sus ojos: todo pareciera salirle naturalmente, el tono de la voz, el enojo en el momento adecuado, la desesperación cuando las cosas salen mal. Darín es el actor argentino de cine por excelencia y se merece que cada una de sus películas sea la más vista, porque ofrece en cada interpretación un deleite para el espectador. Aquí lo acompaña muy bien el español Alberto Ammann que logra muy bien transmitir esa ambivalencia necesaria para que el personaje funcione. Puede ser tan engreído como gentil, siempre con su misma sonrisita de "yo me las sé todas" y, sin dudas, logra hacer que el suspenso se mantenga hasta el final. Lo más flojo dentro del elenco lo encontramos en Calu Rivero en su debut en la pantalla grande, quién logra muy buenas escenas en lo que podríamos considerar los fragmentos más complicados, pero resulta poco creíble en las tomas más simples, en los diálogos más mundanos.
Tesis sobre un homicidio es una de esas películas cuyo final da que hablar. En mi opinión, no está mal el desenlace elegido por los responsables del filme, pero sí podría haberse mejorado la escena en donde se produce el clímax -lo que podríamos llamar el enfrentamiento final-, un tanto exagerada dentro de un filme que se destaca por contenerse para generar suspenso. De todas formas, nada termina por arruinar este inteligente thriller, de sensacional factura técnica, con dos grandes protagonistas y una historia atrapante.