¿Son nuestros ojos siempre fieles a la realidad o muchas veces vemos lo que queremos ver?
Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es un abogado retirado, especialista en derecho penal y profesor en la Universidad de Derecho. Se encuentra dictando un seminario cuando la policía halla el cuerpo de una joven asesinada en el estacionamiento de la facultad, prácticamente frente a su aula.
A partir de este momento, Roberto comienza a sospechar de Gonzalo Ruiz Cordera (Alberto Ammann), el alumno más brillante de su clase, quien además es hijo de un antiguo amigo. El joven es poseedor de una admirable inteligencia, pero también de una actitud arrogante y sobradora.
Ambos parecen estar en continua competencia, como queriendo demostrar quién es mejor. Decidido a probar la culpabilidad del muchacho y, especialmente, a imponerse sobre él en esa especie de duelo, Bermúdez inicia una búsqueda obsesiva de pruebas en contra de su alumno. Todo parece indicar que Gonzalo es el hacedor del terrible crimen, pero la subjetividad que Roberto le imprime a su investigación pone en tela de juicio la credibilidad de lo que podría ser el crimen perfecto.
Este thriller policial es la segunda película del director Hernán Goldfrid (la primera fue Música en Espera) y se trata de una adaptación de la novela de Diego Paszkowski, que lleva el mismo nombre.
La película sorprende por la excelente fotografía, la adecuada musicalización y los jugados movimientos de cámara que dan la sensación de vivir todas y cada una de las experiencias de los protagonistas. Técnicamente impecable.
Del elenco también forman parte Arturo Puig, que interpreta al juez a cargo del caso; y Calu Rivero en la piel de Laura Di Natale, la hermana de la víctima.
Con respecto a las actuaciones, Ricardo Darín ya es un consagrado en la materia y no nos defrauda en ese sentido. Una vez más, compramos su personaje y le creemos. En Tesis… lo vemos interpretando a un abogado cincuentón, separado, con problemas para mantener una relación amorosa estable y dejando que su obstinación lo lleve al punto de poder perderlo todo.
Calu Rivero hace su debút en la pantalla grande y, aunque su performance es correcta, no logra que su personaje transmita todo lo pasional que parece ser.
Es a Arturo Puig a quien destaco en esta oportunidad ya que, a pesar de que su papel no tiene muchas escenas, basta con unos pocos minutos en pantalla para darse cuenta de la fuerza y convicción con la que lo interpreta.
Si hablamos de la historia en sí, el film cuenta con todas las herramientas (y las utiliza muy bien) para lograr el clímax perfecto propio de este tipo de género. Mantiene el suspenso necesario hasta su punto máximo, pero peca en su capacidad de resolución, tal vez por una cuestión de guión. Encontrándose uno en la cima del suspenso, de las dudas y de la interrogación, de repente es demasiado brusca la caída. De todas formas, lejos está de opacar el resto de la película.
Tesis… es de esas citas obligadas a las que no podemos llegar tarde. Y me atrevo a utilizar una frase que es premisa de la tesis del personaje de Darín a la hora de investigar un crimen (y que se repite varias veces a lo largo del film) para aplicarla a la película en general: “Lo interesante está en los detalles”