Teorías sobre un thriller
Tesis sobre un homicidio es una película de diseño (y no hay nada de malo en ello), que por las particularidades del cine nacional adquiere rasgos de tanque: si la pensamos bien, es uno de esos thrillers psicológicos del montón que Hollywood hace a razón de una por semana, pero que aquí se magnifica porque el cine industrial argentino (y entendamos lo industrial como un sistema sostenido en signos y símbolos comunes y que funcionan por repetición: el cliché, los lugares comunes, que se le dicen) es aún un colectivo imaginario que comienza a dar sus primeros indicios de vida. Tesis sobre un homicidio es la adaptación de un best-seller, tiene como protagonista a una estrella de prestigio que convoca con su sola presencia (Darín), aparece por allí alguna estrellita popular proveniente de la televisión (Calu Rivero) y su director es un tipo con conocimiento del aparato narrativo, del elemento cine, pero que carece del rasgo autoral: es lo que se llama en la industria, un artesano, alguien que puede llevar a buen puerto un producto menor. Y si podemos pensar todo esto de la película mientras la miramos, es porque en su fría y distante construcción pone de relieve inconscientemente todos los artilugios que participaron en su factura.
No es que Tesis sobre un homicidio sea un mal film, pero también es verdad que una historia que se basa en el más puro misterio y que propone al espectador meterse en el juego psicológico de saber quién es el asesino, debería generar mayor tensión, trazar su camino a puro clima. Y no, no ocurre nunca eso. No obstante, la película de Hernán Goldfrid avanza con buenas ideas que luego son boicoteadas por un sistema narrativo bastante endeble, y que genera cierta bipolaridad en el que mira: por momentos gusta, por momentos no, hasta llegar a un final que no por abierto decepciona bastante. En definitiva, Tesis sobre un homicidio es una película de capas, de niveles superpuestos que nunca logran homogeneizarse, aunque se alimentan y se entorpecen mutuamente, y que terminan por armar un thriller psicológico bastante desinflado. Veamos…
1-Una de las capas podría ser la discursiva: es indudable que Tesis sobre un homicidio es la adaptación de una novela, ya que la película no resuelve nada con imágenes (salvo un virtuoso plano secuencia donde el personaje de Darín destroza su departamento, y que remeda un poco a La conversación o al cine paranoico de Brian De Palma). De hecho, los personajes se podrían haber sentado frente a la cámara, recitado sus diálogos y tendríamos los mismos resultados. Porque lo que tiene para decir el film, es lo mismo que tiene el libro sin un dispositivo narrativo que lo complejice o amplifique: la justicia como instrumento social regido por sectores de un poder institucionalizado, el crimen como un hecho definido no por lo fáctico sino por lo coyuntural que es pura construcción, y la obsesión como herramienta que pone en crisis el punto de vista tanto sobre la justicia como sobre el crimen. Toda película parte de una serie de reflexiones, y son la puesta en escena y las actuaciones quienes deben hacer que el discurso sea menos explícito y más sugerido. Uno de los problemas de Tesis sobre un homicidio es que desde la dirección no se hace más que ilustrar los diálogos, y salvo Darín, nadie puede profundizar demasiado en su personaje (al menos aquellos que tienen más de cinco minutos en pantalla -hay mucho desaprovechado por ahí-). Por ejemplo Alberto Ammann, quien interpreta al estudiante con el que Darín se obsesiona, pone cara de inteligente cada vez que su personaje dice algo supuestamente ingenioso. Así, la película deja en evidencia que no es sólo un thriller, sino algo más profundo. Y pifia en el intento.
2-Otra de las capas de analizar es la narrativa y de guión. Es curioso que Goldfrid no encuentre nunca el tono de la película, cuando anteriormente con Música en espera construía una comedia romántica en la que incluso se daba el juego del misterio con buenos climas. Si Tesis sobre un homicidio, tan película de diseño como se pretende, quiere ser thriller industrial, debe saber que hay herramientas básicas que no se pueden dejar de lado. En primera instancia, es un film de suspenso sin escenas de suspenso: alcanzar la intensidad del thriller psicológico no es sencillo sin intérpretes que puedan profundizar en sus personajes, ahí es donde la película comienza a morir un poco. Y segundo, y vital, al film, al igual que a Darín, le faltan sospechosos: la historia avanza sobre la obsesión del protagonista, un profesor de derecho que está seguro de que un estudiante es el asesino de una chica que aparece muerta en proximidades de la Facultad de Derecho. El misterio de la película, entonces, queda reducido a si Darín tiene o no la razón. Eso, sin una adecuada construcción del conflicto del personaje y sin un aceitado juego del suspenso, reduce el interés sobre la película. Para colmo de males, el final cuenta con una fallida escena de acción durante un show de Fuerza bruta.
3-También podemos meternos en un nivel intermedio, ese que se da entre la puesta en escena y el discurso, y que queda relegado y siempre en el subtexto. Y, debo reconocer, es lo más interesante que tiene para ofrecer Tesis sobre un homicidio. En ese espacio off, queda en suspenso cuál es la relación que une al profesor Jorge Bermúdez con el estudiante Gonzalo Ruiz Cordera, qué pasó entre él y la madre de Gonzalo, cuál fue el error del pasado que todos le recuerdan a Bermúdez, entre otros asuntos. En ese no decir y sugerir un universo algo perverso, Tesis sobre un homicidio encuentra algunas sombras que hacen brillar mucho más al thriller: lo mejor que puede hacer una película de este tipo es ofrecerle una serie de elementos al espectador para que él los complete, y en este caso si tomamos en cuenta el pasado del país, el asunto se torna más escalofriante. Es ahí cuando el film se torna mucho más interesante y con relieve que durante el resto del metraje.
4-Y, finalmente, hay que decir que Tesis sobre un homicidio es una nueva propuesta de ese subgénero nacional que son a esta altura las películas con Darín. Es curioso el éxito del actor y su gancho con el público, porque salvo en sus apariciones de comedia junto a Campanella, se ha especializado en construir personajes complejos, oscuros, torturados, con los que es difícil tener empatía. Y su profesor Bermúdez no le va en saga. Tal vez la lectura que se pueda hacer es que el público nacional (un poco clase media) adora ver a esos personajes de mierda, porque siempre le gusta reconocer la mierda en el otro antes que en uno mismo, algo que en cierto sentido está vinculado con la experiencia del profesor Bermúdez: su obsesión es un prejuicio que lo justifica en sus miserias. Vaya uno a saber si esto es así, pero en juego de teorizar, al igual que lo hace el protagonista del film, Tesis sobre un homicidio ofrece elementos tanto para disfrutarla como para padecerla. Será cuestión de hacer foco en los detalles y dejarse llevar.