Observador observado
Testigo íntimo (2015) es la segunda película de Santiago Fernández Calvete tras su policial sobrenatural La segunda muerte (2014). En esta oportunidad elige un tema mucho más terrenal: Un crimen pasional descubierto a través del control ejercido por las redes sociales que “tienen mucho más de redes que de sociales” augura el recluso que nos introduce con su cínico discurso en la película.
Con esta profecía se marca el camino de lectura del film en su oscura descripción de época. Facundo (Felipe Colombo) es un joven abogado que tiene su vida resuelta: una hermosa mujer, una casa de lujo, un buen trabajo conseguido por su suegra (Graciela Alfano en un papel atípico), y un consejero hermano mayor, Rafael (Leonardo Saggese). Pero Facundo no puede evitar enamorarse de Violeta (Guadalupe Docampo), la mujer de Rafael con quién mantiene una relación clandestina. Una noche la chica aparece muerta y el protagonista se encuentra entre el dilema de si ayudar a su hermano mayor o hacer justicia por su amada.
Apertura de las galas de Blood Window en el pasado festival de Cannes, la película comienza con un recluso interpretado por Gustavo Pardi dando un discurso sobre el control ejercido socialmente sobre los individuos mediante tarjetas de crédito, cámaras de seguridad y celulares. Dispositivos electrónicos utilizados para obtener información de nuestros movimientos cotidianos. Datos suministrados sobre donde, con quién y qué estamos haciendo a cada instante de nuestro día. “Es el peor momento para ocultar un crimen” dice Facundo a su hermano Rafael frente al cadáver.
En la oscuridad planteada aparece el morbo que el tema trae consigo: el personaje que siente goce en espiar las vidas ajenas en las redes sociales o aquel que siente placer narcisista al subir sus vivencias más íntimas a la web. Mirados y mirones, las dos caras de la perversión puesta en juego de manera sórdida por el crimen pasional sucedido en el relato.
Pero más allá de la singular descripción de la época, Testigo íntimo es un sólido y contundente policial que reafirma el gran momento del cine de género argentino. La película funciona como un preciso mecanismo de relojería gracias al buen manejo de los datos suministrados al espectador por el director en una constante tensión. El gran nivel técnico y artístico completan una trama donde el suspenso y la acumulación de observadores y observados están a la orden del día.