En su segundo largometraje, el director Santiago Fernández Calvete aborda una historia de engaño, muerte y sospechas con buen pulso narrativo, aunque por momentos resulta confusa.
En la co-producción argentino-mexicana, Testigo íntimo, el director Santiago Fernández Calvete -La segunda muerte- elige nuevamente el cine de género para contar una historia inquietante que gira en torno a una infidelidad y a dos hermanos que comparten la misma mujer.
Sin abandonar el tono de suspenso desde el comienzo, la trama coquetea permanentemente con una situación de peligro inminente y con la exposición a la que estamos sujetos en la vida cotidiana debido al uso de las tecnologías. De este modo, los teléfonos celulares se convierten en protagonistas y testigos de todo lo que va ocurriendo, con mensajes y leyendas que se ven en pantalla.
Facundo -Felipe Colombo- es un abogado en ascenso que trabaja para el estudio de su suegra -Graciela Alfano en su regreso al cine- y está casado con Ángeles -Evangelina Cueto-, quien está convencida que el joven la engaña con otra. Así entra en juego Violeta -Guadalupe Docampo, una actriz que aparece por suerte cada vez más seguido en la pantalla grande-, la esposa de su hermano Rafael -Leonardo Saggese-, un boxeador profesional. Y las cosas se complican cuando Violeta aparece muerta.
El film juega, al igual que los personajes, con situaciones de manipulación y seducción mientras las sospechas empiezan a apuntar a los diferentes personajes: Rafael teme que todas las pruebas recaigan sobre él, y le pide ayuda a su hermano para que lo salve de ir preso.
Con una edición rica en detalles y una historia con excesivas vueltas de tuerca que por momentos resultan confusas, la película está ambientada en escenarios fastuosos, colocando en primer plano la intriga, la culpa y también los toques macabros para poder deshacerse del cuerpo.
Entretenida y cuidada en sus rubros técnicos, el espectador será testigo de las relaciones peligrosas y de la infidelidad como crónica de una muerte anunciada.