Violeta se fue sin decir adiós
Santiago Fernández Calvete sale airoso y con destreza narrativa al volver a incursionar en el cine de género como ya había anticipado en su ópera prima La segunda muerte -2012-. Testigo íntimo es un thriller psicológico que se bifurca hacia un policial con acentuación melodramática y que parte de la idea de un triángulo amoroso resuelto rápidamente con un crimen.
El espectador con la información sembrada a cuentagotas desde un guión escrito por el mismo director, meticuloso en el detalle, juega el doble rol de convertirse en testigo y a la vez voyeur de lujo a la par de los personajes involucrados, pero siempre con el plus que el propio director aporta a su relato en términos de puesta en escena al ampliar y cerrar los planos en interiores para que la mirada pueda concentrarse en donde el público quiera encontrar pistas, y no en la manipulación del encuadre como suele ocurrir habitualmente en propuestas de estas características.
Por otra parte, resulta audaz la idea de abolir, por ejemplo, un narrador o voz en off para introducir una subtrama, donde el misterioso personaje, a cargo de Gustavo Pardi, forma parte de un extenso interrogatorio policial, donde expone una tesis paranoica sobre las vulnerabilidades de las personas a partir del uso de las redes sociales y las cámaras de seguridad.
Podría pensarse en esta subtrama que no guarda relación troncal con la historia en el famoso Whodunit –¿Quién lo hizo?-, del maestro del suspenso Sir. Alfred Hitchcock como explicación lógica, pero en realidad va más allá en términos narrativos, así como este relato protagonizado por dos hermanos, una amante –Guadalupe Docampo-, celos, traiciones, secretos y plagado de vueltas de tuerca.
Sin revelar demasiado, sólo basta decir que el protagonista –Felipe Colombo- se ve envuelto en un crimen pasional y debe encontrar el salvoconducto adecuado para no ser descubierto en sus secretos más importantes: la doble -o triple- vida que sostiene a base de mentiras y que pone en riesgo su reputación profesional como abogado penal de un poderoso buffet y su matrimonio por conveniencia con la hija -Evangelina Cueto- de su jefa –Graciela Alfano-.
Un cuerpo se opone desde lo simbólico a la virtualidad que conlleva una falsa vida desde las redes sociales; lo tangible se hace visible en la pantalla y somos testigos como espectadores de la relación entre los personajes y ese cuerpo. Las coordenadas del policial y del crimen perfecto se dan la mano en las estrategias que marcan el derrotero de Facundo –Colombo- y su antagonista, su hermano Rafa, -Leonardo Saggese- interpretados con solidez y a quienes se suma un reparto de secundarios a la altura de las circunstancias con la sorpresa de Graciela Alfano en un regreso al cine, diferente al que se esperaba.
Una de las claves del género es sostener el verosímil del relato y es por eso que Testigo íntimo consigue con herramientas nobles y sin trampas avanzar, distraer y mantener al público atento, sin abrumarlo con información o giros forzados como muchas veces suele ocurrir en propuestas de estas características. Sin embargo, lo más importante de esta segunda incursión de Santiago Fernández Calvete obedece no sólo a su identidad y estilo propio, sino al juego constante entre las convenciones y los límites que propone un género difícil, para un público ya acostumbrado y que cada vez exige más.