Del policial venimos y al policial vamos.
A esta altura es evidente la hermosa obsesión de Santiago Fernández Calvete por lo detectivesco y los enigmas tanto sobrenaturales (La Segunda Muerte, 2011) como más terrenales (Testigo Íntimo, 2015). La diferencia principal entre sus dos películas pasa por los escenarios donde trascurren las historias. Puede haber un cadáver o dos -la cantidad no importa- pero la muerte siempre te está pisando los talones.
Aquí otro caso a resolver: el crimen de una joven mujer (Guadalupe Docampo) y dos hermanos envueltos en una maraña de secretos, mentiras y traiciones. Facundo (Felipe Colombo) es un abogado a quien no parece irle mal en nada. Tiene una casa moderna y grande, un buen trabajo y una mujer hermosa a su lado. Pero no le alcanza al parecer, ya que al mismo tiempo mantiene una relación amorosa con la pareja de su hermano (Leonardo Saggese). Todo se complica cuando la chica aparece muerta.
En este punto la película de Fernández Calvete se va volviendo por demás atractiva y los diálogos vertiginosos casi no dan respiro al espectador. Algunos momentos resultan predecibles pero el trabajo de ambos actores sostiene perfectamente la trama sin deslices argumentales. Estamos ante un guión compuesto por temas y subtemas (en primer lugar cómo tapar un crimen y en segundo lugar la invasión de la tecnología en la vida de las personas) y suficientes puntos de giro como para acomodarnos en la butaca más de una vez debido a la tensión.
No importa tanto con qué personaje nos sintamos identificados, o si estamos del lado del bueno o del malo. ¿Hay realmente uno bueno y otro malo? Al salir de la sala la sensación es de incertidumbre, no sobre lo visto en la película, sino sobre nosotros mismos y las relaciones que mantenemos o mantuvimos alguna vez. ¿Somos capaces de reconocer nuestras habilidades para mentir? ¿Somos capaces tanto de reconocer un hecho como de ocultarlo? ¿Somos Facundo o somos Rafael? Quizá no somos ninguno… quizá seamos ambos.
Fuera de todo este planteo, la película tiene una estructura clásica de flashbacks para reforzar y recordar momentos, el suspenso característico del género y artistas de renombre a la altura de las circunstancias. Y hablando de renombre, la vemos a Graciela Alfano volver al cine, esta vez haciendo honor a la mujer corajuda y fría. Del pueblo a la ciudad, Santiago Fernández Calvete vuelve a ofrecernos climas intrigantes y finales insospechados, dignos de un subgénero que maneja muy bien. Presente en el Blood Window del pasado Festival de Cannes, Testigo Íntimo es una fiel representante del cine de género -afortunadamente- tan en boga por estos días en nuestro país.