Mire que bien viene este documental para poner más luz sobre varios puntos. El primero tiene que ver con la utilidad de ver un documental, si este da cosas por sentado. Por ejemplo: Supongamos que me interesa saber por qué un león mata cachorros de su misma especie. Un documental no podría arrancar asumiendo que el espectador sabe todo sobre el dominio territorial de los felinos. Una introducción al tema es tan necesaria como el motivo principal que empuja al realizador a filmar algo de este género.
Testimonios de una Vocación es un claro ejemplo de cómo introducir un tema, desarrollarlo con todo tipo de aportes y concluirlo dejando abierta una puerta para que cada uno continúe el camino de ir tras la s huellas de un artista inigualable. Los directores bien podrían decir: “Señoras y señores con ustedes: Edmund Valladares”
El documental conecta desde el principio con el arte. Distintos artistas plásticos hablan de la historieta allá por los años 40 / 50 y una descripción cabal de lo difícil que era no sólo conseguirlas; sino obtener papel para dibujar las propias. Por otro lado, sirve como antecedente para conocer el descubrimiento de la vocación de artista. Primero dibujando y luego pintando, esculpiendo, filmando y por qué no; haciendo docencia desde un lugar avalado por el conocimiento y por la humildad.
Jorge Valencia, Eduardo López y Jaime Lozano son los tres directores que nos van llevando en orden cronológico por la vida y la obra de Valladares. No solamente con su crecimiento como artista que fue ampliando la gama de recursos expresivos a lo largo de su trayectoria; sino como el hombre habitante de Argentina y del mundo cuya experiencia de vida tuvo un impacto directo en su obra.
Valladares habla en un momento de compromiso. Su vida en Venezuela, en México y en Europa va acrecentando su estilo expresionista a medida que los hechos políticos y sociales van impactando en su ser.
Los testimonios del propio artista le dan a la película un carácter de autorretrato pergeñado desde la razón y sin la necesidad de caer en la explicación de ninguna de sus obras. Acaso sea ésta, la mayor virtud de esta película.
La realización está muy cuidada en lo técnico y hasta provoca a veces, querer ver durante más tiempo la enorme cantidad de pinturas, esculturas y películas compiladas que conforman en universo de uno de los artistas más importantes de nuestro país y que todavía sigue creando. No hay simbolismos personales para contar la vida de Valladares como ocurría en El retrato postergado (sobre Haroldo Conti); ni la falta de conexión entre directores y el artista a documentar como sucedía en Tito, el navegante. Un documental hecho y derecho capaz de generar interés más allá de la importancia artística del protagonista.