La película dirigida y protagonizada por el actor junto a su hermano Dave Franco se centra en Tommy Wiseau, un extraño sujeto que apareció en Hollywood a fines de los ’90 y dirigió una sola película que es considerada una de las peores de la historia: “The Room”. El filme es un homenaje muy divertido y cariñoso a los artistas sin talento que se juegan igual todo por un sueño.
El homenaje irónico al cine malo es un arma de doble filo, al igual que toda aquella cultura que celebra y festeja a películas ostensiblemente malas para burlarse de ellas. El cine de culto basado en la supuesta superioridad (de buen gusto, estética o cultural) del espectador respecto a la obra puede ser un material complicado de manejar, ya que ver películas sólo para reírse de los que las hicieron representa un comportamiento de aristas que al menos a mí me resultan problemáticas.
No sé cómo es el caso de THE ROOM, ya que no soy parte del culto. No sólo no estuve en ninguna de sus aparentemente apoteósicas funciones públicas sino que jamás la vi. Para ser más precisos, hasta la aparición de las primeras informaciones de THE DISASTER ARTIST desconocía totalmente su existencia. No sé cómo reaccionaría ante una función de una película que el público desdeña o considera ridícula, pero ante este filme de James Franco basado en el proceso de creación y de rodaje de una película que parece haber heredado el puesto uno en el ranking de peor de la historia que tenía PLAN 9 FROM OUTER SPACE no me queda otra que rendirme no sólo ante su factura y su enorme cuota de entretenimiento sino al modo en el que Franco se acerca a su material.
Lo de Franco es un homenaje a los que dan todo lo que no tienen por cumplir un sueño. En el caso del misterioso Tommy Wiseau, que él propio director interpreta, es un hombre de pasado, edad y fortuna desconocidas que viaja a Hollywood desde San Francisco a fines de los ’90 junto a Greg (Dave Franco, el narrador de la historia, cuya experiencia contada en un libro es la base del filme), un tímido aspirante a actor, con la idea –como tantos a lo largo de la historia incluyendo al ídolo de ambos, James Dean– de triunfar allí. Pero a ninguno le es fácil. Greg puede tener el look apropiado pero su talento actoral es ínfimo, casi nulo. Tommy tampoco tiene talento pero su aspecto, acento y actitud no hacen más que empeorar la situación. Es un paria en Hollywood, objeto de burla y ridiculo de quienes se topan con él.
Pero Tommy no ceja en su sueño de triunfar y luego de incontables rechazos no tiene mejor idea que dirigir su propia película y protagonizarla con su amigo, a quien llama”baby face”. Pero no tiene idea de cómo se escribe un guión ni los rudimentos más básicos de qué hay que hacer en un set de filmación. Pero tiene una cuenta bancaria generosa, un ego herido pero gigante y un sueño que no puede ser derribado por nadie. De entrada él sabe lo que quiere y se lanza a ello, sin red alguna.
THE DISASTER ARTIST es el retrato de esa obsesión. Wiseau no tiene ningún talento, pero nada ni nadie le quita la ilusión de ser una estrella. Más específicamente, un héroe, ya que si bien su aspecto se presta más para un villano tipo Drácula, él no se ve a sí mismo en ese rol, de la misma manera que no admite tener un fuerte acento del Este de Europa (dice ser de New Orleans) o una incomprensión de la mayoría de las cosas y no sólo en el ámbito profesional. Es una especie de criatura del espacio exterior que se entrega de cuerpo y alma a cumplir con su deseo. Como sea.
Si bien Franco muestra algunos aspectos un tanto bizarros de Wiseau, su retrato es amable, querible, hasta se podría decir respetuoso, si bien es cierto que por momentos se vuelve un tanto condescendiente. Uno se ríe con lo absurdo del 99% de sus actos y decisiones, pero se encariña con él, entiende su soledad, sus miedos y su necesidad de conformar, de manera casi siempre muy torpe, una suerte de familia con Greg y su exasperado equipo de filmación. Tanto él como Greg avanzan sobre terreno más que pantanoso cuando deciden filmar la película, pero está claro que nada ni nadie los va a detener. Ni siquiera sus propias peleas.
Con muchos cameos de celebridades que adoran a THE ROOM, la película de Franco será seguramente amada por los fans de ese clásico de culto pero también los que no la vieron (vimos) podrán entender ese deseo, esa pasión desbordada y absurda. Las escenas de la película que vemos rodarse son muy evidentes respecto a la nula calidad del producto final, pero también lo que vemos es que está hecha desde la necesidad de conectar con los otros de la manera que sea. No es que Wiseau busque la fama per se. Lo que busca es la valoración, el respeto y el cariño de Greg, casi más allá del resultado final de su absurda opera prima. Y son miles las personas que aterrizan en Hollywood sin la fuerza, el talento o el empuje para llegar lejos. A Wiseau le faltó el talento, pero de lo otro tenía de sobra. Le alcanzó para hacer la que posiblemente sea una de las peores películas de la historia. No está nada mal. Es mucho más que lo que ha hecho la mayoría.
“Oh. Hi, Mark!”