EL GENIO INCOMPRENDIDO
Una obra de culto llega en versión biográfica y podría convertirse en una nueva obra de culto.
Tal vez estén familiarizados, o no, con “The Room” (2003), ópera prima de Tommy Wiseau que se convirtió en clásico de culto muy a su pesar, y con apenas dos semanas en cartel. Para la crítica (y la gran mayoría) es una de las peores películas jamás realizadas, pero para aquellos que pueden vislumbrar más allá de la “ironía”, este drama ¿romántico? es una obra maestra incomprendida.
Wiseau se convirtió en el nuevo Ed Wood y “The Room” en el paradigma del ¿consumo irónico? Este es un misterio aún mayor que la procedencia del realizador, y James Franco sabe cómo sacarle provecho y sumar más mística a uno de los rodajes más intensos que se hayan visto por las calles de Hollywood.
Muy al estilo de su predecesor, Franco se transforma en el artífice de “The Disaster Artist: Obra Maestra” (The Disaster Artist, 2017), dramedia biográfica que lo tiene como director, productor y protagonista para contar los pormenores de la filmación de “The Room” y la relación de Tommy con Greg Sestero (Dave Franco), su compañero en esta aventura.
Tommy y Greg se conocen a finales de la década del noventa en una clase de actuación en San Francisco. El jovencito queda obnubilado por la “intensidad interpretativa” de Wiseau y, de alguna manera, entablan una extraña amistad que los lleva hasta Los Ángeles en busca del estrellato. El tiempo pasa, pero los papeles no llegan. La frustración se apodera de Tommy que, un poco para complacer a su compañero, y otro tanto a su propio ego, decide escribir y financiar su debut cinematográfico, a sabiendas de que no entiende absolutamente nada de cómo funcionan las cosas en Hollywood.
Nada ni nadie puede detener la pasión de Tommy que ensambla un equipo de trabajo y comienza un rodaje desmedido que se extiende a lo largo de seis meses (y muchos afirman que cinco millones de dólares). Franco se rodea de antiguos colaboradores y amigos (Seth Rogen, Ari Graynor, Josh Hutcherson, Zac Efron) para recrear al detalle la filmación y la relación de estos dos amigos, una amistad que se empieza a poner a prueba cuando las excentricidades de Wiseau alcanzan su punto más alto.
Todo es ‘meta’ en “The Disaster Artist”, una historia cuya realidad supera ampliamente la ficción y de ahí surge su mitología y el humor, aunque hay una historia muchísimo más profunda detrás… que nos encantaría conocer. James se mete de lleno en la piel de Tommy (sus modismos, su extraño acento), pero no deja de ser Franco en la piel de Wiseau; la película dentro de la película y el actor dentro del actor.
¿Nos reímos de él o con él? Podría ser tranquilamente lo primero, pero las intenciones de Franco/ Wiseau resultan demasiado sinceras como para pensar que todo es un chiste. Hay cierto patetismo en este personaje, tal vez, carente de cariño, y su única posibilidad para conectar con otros (y esa inquebrantable amistad con Greg) fue realizar esta película. Nunca lo sabremos.
Wiseau es un enigma para todos sus compañeros y así lo transmite Franco, amo y señor de este circo. Por momentos bastante creepy, otros casi infantil y receloso, todo matizado con la excentricidad y cierto “anonimato” que exuda su figura de rocker varado en la década del noventa.
Así, “The Disaster Artist”, funciona como documento, como detrás de cámaras de aquella labor incomprendida. Franco no quiere encontrar razones, sino celebrar las pasiones de Tommy (y las propias), tal vez no tanto por el cine, y más por la experiencia cinematográfica en sí misma. Esta aventura de lograr cumplir un sueño casi imposible para la mayoría, pero que para la dupla Wiseau/ Sestero, casi se convirtió en obra maestra.