El largometraje dirigido, producido y protagonizado por el carismático actor estadounidense James Franco ratifica su nominación al premio Oscar en 2011 por su labor en el largometraje 127 horas y lo inscribe a sus 39 años como revelación cinéfila todo-terreno. Su perfil multifacético se completa con su rol de guionista, modelo, músico y pintor.
En esta ocasión incursiona con nuevas zonas cinéfilas y siembra sus bases en el detrás de escena del film indie que la crítica norteamericana hoy considera culto, pero que en su momento determinó el peor de la historia del cine: The Room (2003). Su adaptación y homenaje a la obra del realizador Tommy Wiseau transmite a flor de piel las emociones y andanzas que todo aspirante a actor vive en carne propia en Hollywood.
La trama narra la amistad de dos colegas y compañeros de teatro Tommy Wiseau (James Franco) y Greg Sestero (Dave Franco), que intentan perseguir su sueño y abandonar el estadío de estrellas estrelladas. Al unísono fortalecen los lazos de amistad entre ellos con gags que rememoran la literatura estadounidense de la que se nutrió a Franco como escritor: Henry Charles Bukowski, Melissa Ann McCarthy y el poeta William Faulkner. Gracias al magistral guión a cargo de la dupla Scott Neustadter y Michael H. Weber, el espectador estalla de risa con la performance de los hermanos Franco que los convierte en un hito cinéfilo e inscribe un antes y un después de la comedia.
Los gags acompañan el clímax de la cultura pop. La puesta en escena descomunal permite que el espectador vibre al ritmo de la banda sonora y perciba la inmejorable química de la dupla. La chispa del actor de la saga Now You See Me de Louis Leterrier emerge y atrapa con el mismo rigor de aquel personaje con sonrisa cautivante. Este puntapié permite que James se apodere del protagónico y brille desde la primera escena.
Sin mayores preludios, The Disaster Artist es la mejor tragicomedia del año en curso. Es irónica y cálida. Audaz y oportuna. Honesta y auténtica. Una joyita por donde se la mire. Los hermanos Franco son imbatibles. Su inquebrantable relación fraternal y goce de la profesión traspasa la pantalla y es un ejemplo a seguir para todo individuo que comprenda la vida como un instante único, irrepetible y de plena diversión.