James Franco saluda a Mar del Plata desde la pantalla grande, en un video grabado exclusivamente para el festival. Lo hace con una sonrisa genuina y contagiosa, a sabiendas de que está presentando una película que no sólo es una de las mejores comedias de los últimos años, sino también una celebración increíble de la amistad. Es, además, el mejor film que ha dirigido y protagonizado. Los títulos comienzan y, como para reforzar esta idea, una serie de celebridades de Hollywood explican, en escasos segundos, el porqué del éxito detrás de uno de los films más torpemente concebidos de la historia del cine. La película dentro de la película es The Room, y ésta es la inaudita historia del realizador detrás de ella, Tommy Wiseau, un ser tan enigmático como entrañable que irrumpió en la pantalla grande envuelto en un absurdo de un tamaño equiparable sólo al de su ambición. Sucede que Tommy tiene el ímpetu, la fuerza, la obstinación y el impresionante empuje de los mejores realizadores cinematográficos que han existido. Lo único que no tiene es su talento. Pero no importa, porque tiene una meta y la producción como para alcanzarla (su chequera eterna no parece jamás encontrar un límite), aún si no puede lograrlo desde el lugar que quisiera.
La verdadera historia del Ed Wood contemporáneo es apasionante por donde se la mire: Wiseau es un ser extraño que hasta dice ser un vampiro, pierde el hilo de las conversaciones (ni hablemos de la posibilidad de recordar alguna de sus propias líneas de diálogo) y no parece importarle la opinión de nadie que le diga que su obra es un desastre. Nadie entiende, sólo su visión es la que vale. Los demás son traidores y no comprenden su arte. Dicho desde ese costado, Tommy es un ser despreciable. Y en verdad podría serlo, de no ser por el hecho de que su fuerte personalidad no viene desde la maldad sino desde la mirada pero no malintencionada de la mirada de un niño, que se queja de sus limitaciones y quiere jugar con los adultos.
The Disaster Artist es una historia tan fascinante como la del personaje real que retrata, y que parte del libro homónimo de Greg Sestero, eterno compañero de aventuras de Wiseau. Una historia de mejores amigos que resulta tan improbable como dulce.