Cine inglés de pura cepa.
El realizador Nicholas Hytner realiza, después de La Locura del Rey Jorge (The Madness of King George, 1994) y Haciendo Historia (The History Boys, 2006), su tercera adaptación de una obra de Alan Bennett. En The Lady in the Van, Hytner toma un relato autobiográfico del escritor y dramaturgo para hablarnos de su particular relación con la Señorita Shepherd (Maggie Smith).
La película abre con un accidente en la ruta y una persecución, y -elipsis mediante- nos encontramos luego en una apacible calle de Londres, a la que llega una camioneta con aquella mujer del siniestro ocurrido tiempo atrás. Margaret Shepherd vive dentro del destartalado cacharro estacionado en la calle, una homeless sin un destino aparente, quien solo sale para utilizar el baño de la casa de su “vecino” Alan y realizar algunas compras. La relación entre ellos es extraña y tiene códigos propios. Él le deja estacionar la camioneta en su casa cuando le ponen una multa por mal estacionamiento y refunfuñando la ayuda a trasladarse cuando ella le pide que empuje su silla de ruedas o la camioneta. Los dos son seres huraños, parcos y rara vez dejan salir sus sentimientos: ella vive con culpa y miedo a ser identificada por la policía, cita a Dios, reza y se persigna cada dos por tres. Y ambos son, a su manera, fabuladores. Él la observa desde su ventana y se cuestiona el hacer algo por ella mientras roba momentos y vivencias para escribir un libro.
The Lady in the Van es una película de personajes sostenida por excelentes actores y hecha sobre todo a la medida de una actriz como Maggie Smith, quien con más de ochenta años aún sigue insuflándole vitalidad a un personaje dramático que despierta la empatía y simpatía del espectador. Desaliñada, maloliente, hosca, Margaret conserva su dignidad y aplomo (maravilloso el breve momento en el ascensor de la ambulancia).
La trama se resiente promediando el metraje y pierde un poco el interés por reiterativa, sin aportar más datos que podrían enriquecer la historia. Pero así y todo, vale la pena acercarse al cine para ver a la gran Maggie Smith con un personaje que perdurará seguramente en la memoria de aquellos que disfruten de su arte. Alex Jennings, como el atribulado Alan Bennett, ofrece una actuación a la altura.