Es un gran ejercicio escribir sobre el nuevo trabajo de Paul Thomas Anderson, ya que se trata de un film que hay que invitar a ver para poder luego reflexionar sobre el mismo de manera conjunta y sacar varias conclusiones que merecen ser compartidas y analizadas.
Podes ver tranquilamente esta película con un grupo amplio de personas y al salir de sala todos ellos tendrán una concepción completamente distinta acerca de lo que vieron en este relato ya que cada uno se adueñara del mensaje de este nuevo film del realizador de “Petróleo sangriento” de formas muy diferentes.
“The Master” es de esas películas que significan el equivalente a mirarse al espejo y ver, según el día y el momento, una imagen distinta de nosotros mismos que nos lleva a preguntarnos “¿Cómo llegue hasta acá?”.
El camino que recorremos, las decisiones que tomamos y las situaciones que nos toca sobrellevar nos van construyendo como seres humanos incapaces de vivir en soledad en todo sentido: Desde lo físico, pasando por lo emocional y hasta llegar al plano de lo intelectual.
Siguiendo los pasos de Freddie Quell (interpretado de gran forma por Joaquin Phoenix), un ex soldado de la segunda guerra mundial que vuelve a los Estados Unidos con serios trastornos mentales y una importante adicción al alcohol, “The Master” ofrece un relato acerca de la necesidad de tener en ciertos momentos de la vida un guía, un líder, un protector que nos ayude a tomar esas decisiones difíciles para superar determinados conflictos que no podemos solucionar solos.
Esa relación de complementariedad e interdependencia que plantea Anderson con los personajes de Freddie Quell y “El Maestro” (un excelente trabajo del siempre eficiente Phillip Seymour Hoffman) logra unos momentos muy interesantes dentro de la película, dejando en evidencia que ninguno de estos estilos de vida se encuentra lo suficientemente afianzado y seguro para seguir dando los pasos necesarios que conduzcan a la felicidad.
“The Master” es una interesante propuesta que reflexiona sobre cómo se puede alcanzar esa meta en nuestras vidas, ya sea siendo un líder o un simple discípulo, sin que esto signifique que algún momento no sea necesario invertir los roles para poder seguir adelante esa búsqueda constante nuestro ideal de la felicidad.
Lo que también hace muy destacable al trabajo de Anderson es que dicha reflexión se encuentre dentro de un argumento polémico e inspirado en hechos reales acerca del creador de la cienciología, uno de los movimientos religiosos más controvertidos del siglo XX.
Lancaster Dodd (el personaje al que le da vida Hoffman) está moderadamente basado en la vida de Ron Hubbard, el creador de este sistema de creencias que con el correr de los años fue adquiriendo la fama de ser una secta, donde algunos de sus integrantes abusaban de otros por medio de diferentes técnicas persuasivas.
Anderson sin embargo trata de evitar por momentos los lugares más polémicos que plantea hablar sobre esta religión (que al igual que todas, genera más interrogantes que respuestas) e implícitamente solo ofrece pasajes donde refleja la dudosa forma de obtener ingresos que tuvo la cienciología años atrás, como así también sus primeros choques fuertes con algunas ramas de la medicina y círculos científicos.
Lo más flojo que ofrece “The Master” es la sobrevalorada actuación de Amy Adams (increíble que haya estado nominada al Oscar por esta película) y el abrupto desenlace con el que Anderson cierra de forma casi de obligada un relato de más de dos horas que, por momentos, también nos pasa factura.
De todas formas, al igual que en sus trabajos anteriores, Paul Thomas Anderson empieza atrapándote por una hermosa fotografía (a cargo de Mihai Malaimare Jr.), unas suaves y escasas melodías (compuestas por Jonny Greenwood)) y grandes actuaciones para posteriormente introducirte en un extenso espiral de donde solo podes salir reflexionando sobre lo que ves en la pantalla.