Como domar un dragón
Película extraña, pero potente y que genera su atracción en el choque de sus dos polos opuestos. El costado más animal del hombre contra su lado más intelectual casi completamente enajenado. Una pelea fascinante que se enmarca en el deseo primordial del hombre por el control y la dominación. El hombre torpe y violento es absorbido por una secta cuyo líder al sentirse fascinado por su carácter lo somete a su voluntad para así poder revelar un nuevo secreto del universo. Un relato seco y muy psicológico cuyas asombrosas actuaciones y excelente despliegue técnico son tan impresionantes que hacen de una trama supuestamente apática en algo sumamente emocional.
Joaquin Phoenix es un hombre reprimido, pero que no sabe de qué. Esta obsesionado con el sexo y bebe cócteles alcohólicos tan fuertes como auto-destructivos. Es un hombre perdido, solitario, sin razón de ser, totalmente bruto y siempre al borde de estallar en una ira tan violenta que se le hace inmanejable. Philip Seymour Hoffman es alguien también reprimido, busca algo que no sabe ni entiende. Tiene modales, es carismático, siempre esta rodeado de seguidores e incluso es también violento, pero no de forma física sino verbal y psicológica. Ambos aunque tienen una existencia totalmente diferente, comparten fuertes puntos en su personalidad que los vuelven fascinantes entre ellos. En un cierto modo los intriga y los seduce. Los opuestos se atraen. Hoffman utiliza su intelectualidad para descifrarlo, mientras Phoenix en su condición de animal se rinde ante su amo. Sin embargo, la relación será completamente caótica y los experimentos serán tan intensos como terroríficos llevando al personaje de Phoenix a un continúo caminar por la cornisa de su equilibrio mental.
Phoenix es la bestia primitiva a la cual Hoffman debe investigar y analizar. Él sabe que en ella se encuentra la clave para su próximo descubrimiento, por lo tanto de ahí en adelante somete a su protegido (así lo llama) en una tremenda batería de terapias llamadas “Processing” donde el conejillo de indias es llevado a niveles insoportables de agotamiento mental (tanto para él como el espectador) y cuyo desarrollo dramático atraviesa cualquier límite tolerable por la mente humana llevándola a un saturamiento que no puede dejar otra cosa más que heridas. Incluso se verán escenas tan oníricas como maníacas donde los ojos de las personas mutarán o las mujeres de una habitación serán vistas sin ropa. Una enajenación tan brutal que desencadena el descubrimiento de que recordar puede ser lo mismo que imaginar. Resultados que para una mente sensata podrían ser un disparate, pero para los fanáticos de "La causa" son dignos de admiración.
Tal vez, el mayor atractivo de "The master" se encuentre en su peculiar forma de narrar hechos que nunca llegan a ser entendidos completamente por si solos. Cada escena encierra momentos de incertidumbre de los cuales es muy difícil descifrar las verdaderas intenciones detrás de los protagonistas. De esta manera se exige la presencia de un espectador ávido de buscar respuestas que revise, analice y este atento a los detalles de la trama. Un relato que narra lo justo y suficiente sobre sus personajes cuya falta de certezas en lo que se refiere a su objetivo más existencial hacen de la película una experiencia sumamente atrapante. Son los pequeños/grandes misterios sobre porqué Joaquin Phoenix se deja someter con tanta facilidad (qué pretende obtener), si Philip Seymour Hoffman es realmente un manipulador criminal o simplemente cree en sus delirios, o si el círculo más profundo y gobernante de "La causa" ha sido verdaderamente cautivado por lo que sostienen o son simples soldados de lucha, lo que hace fascinante a la trama porque no se tratan de agujeros sin tratar en la película, cada una de estas interrogantes se plantean en la historia como hipótesis con su pros y sus contras dejando al espectador sacar sus conclusiones. No son casuales como escenas similares a la de Philip Seymour Hoffman llevando a Joaquin Phoenix a desenterrar un cofre con viejos manuscritos, encierren el misterio de la disputa entre el fanatismo extremo o la manipulación absoluta. Son confidentes o es otro acto de sometimiento.
Un punto también asombroso en esta película es la presencia del interés romántico de Phoenix por un chica en sus días previos a la guerra y su promesa de volver. Ella es la personificación del sueño americano de la época, es la "Sweetheart" (novia cuya traducción exacta corazón dulce) que los médicos del ejército resaltan en sus exámenes psicológicos posteriores a la guerra donde dan a entender que ella es en cierta medida el camino correcto o la salvación. Ella es el cable a tierra, la última carta bajo la manga que le queda a Phoenix para sanarse. De ahí que una vez terminada la guerra ya no puede volver con ella, no se siente apto y termina deambulando por el país sin ningún rumbo. Es el fortuito encuentro con Hoffman lo que luego lo libera y le da el valor de regresar. Sin embargo, en su máxima derrota se entera que ella siguió con su vida, se casó, formó su propia familia y que incluso ahora casualmente se llama Doris Day, exactamente como la famosa actriz de cine. Por lo tanto, en un acto más que significativo Phoenix termina desparramado en un cine viendo en una película (no me consta que sea Doris Day quien actúa en ella pero probablemente así sea) el sueño de vida que nunca tendrá. No obstante, todavía le queda a Phoenix un último sufrimiento, el rescate de Hoffman quien, ya habiendo extraído de su protegido todo lo que necesitaba, ahora le exige la máxima obediencia a cambio de la posibilidad de seguir con su amistad.