Cada película dirigida por Paul Thomas Anderson es un reto para el espectador, por cómo él dirige a los actores y les saca su máximo potencial, por cómo crea una historia retorcida, profunda y meticulosa sobre las emociones humanas, por cómo se ve acompañado por un grupo técnico impecable que siempre plasma sus intrigantes planos en pantalla, y por cómo no deja indiferente al público luego de verlas. En esta oportunidad, vuelve a brillar con una historia difícil de contar y caótica, llevada adelante con inteligencia, con sorpresa y con la calidad que lo caracteriza.