Encuentros trascendentales
El ser humano es frágil por naturaleza. Ciertas experiencias de vida pueden dejar secuelas traumáticas, y en ese estado cualquier persona es lo suficientemente vulnerable como para necesitar una mano, alguien que lo guíe hacia una salida. El personaje de Joaquin Phoenix, Freddie Quell, es un veterano de la segunda guerra mundial, alcohólico, que no sabe qué hacer de sí mismo hasta que se encuentra de manera fortuita con un hombre algo peculiar, Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), quien le propone que se deje ayudar, sin decirle muy bien de qué forma va a hacerlo. Dodd a su vez se siente inspirado, casi fascinado, por esta suerte de chanchito de Indias que el destino puso en su camino.
La película se centra en un período de la historia de un filósofo, Lancaster Dodd, creador de una corriente de pensamiento que resuelve los problemas de las personas adjudicándolos a traumas surgidos en vidas pasadas. Esta corriente va sumando adeptos, a la vez que gana detractores y enemigos. Sin embargo, a pesar de lo que se puede pensar de antemano, la película no profundiza los conceptos que en la ficción se adjudican a Dodd, y en la realidad corresponden a la polémica iglesia de la Cienciología. Por el contrario, se muestra la confusión, y la falta de un método sólido que en ese momento sufre la doctrina.
El filme entonces se aboca a la relación entre ambos personajes, discípulo y Maestro, siempre atravesada por la filosofía de Dodd, que trata de utilizarla para redimir a Quell, que no es sujeto fácil para ese objetivo.
La solidez de la película se encuentra en dos pilares fundamentales que son las actuaciones de Seymour Hoffman y por sobre todo Joaquin Phoenix. Son excelentes en lo suyo, y no se cansan de demostrarlo. Están muy bien secundados por Amy Adams, quien compone a la joven esposa de Dodd.
Por otro lado hay un excelente trabajo técnico, de fotografía, de reconstrucción de época, y tanto la banda de sonido original del filme así como las canciones elegidas sostienen un criterio muy cuidado, que hacen a una producción muy prolija.
La carencia del filme es no haber podido salir de la anécdota, del encuentro entre estos dos personajes para reflexionar mínimamente sobre los alcances de una filosofía que si bien se propone laica, termina convirtiéndose en culto seudo-religioso. El espectador entonces siente al final que se le ha contado poco, y que la trama se mantiene en un plano algo estanco, sin lograr levantar vuelo.