Janet (Kristin Scott Thomas) acaba de ser nombrada ministra del Gobierno, y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta en casa de ella para celebrar su nombramiento. Pero, suele ocurrir, lo que comienza como una celebración terminará de la manera más inesperada y violenta. Ese recurso narrativo, tan gastado, adopta aquí un formato absolutamente teatral para poder ir revelando secretos bastante guardados. Infidelidad, intereses opuestos, miedos y revelaciones ocupan la velada. La realizadora Sally Potter hace a un lado su cine algo sombrío para abordar esta comedia negra, elegante y bien dialogada, que tiene algunas -pocas- buenas actuaciones ( Scott Thomas siempre brilla) pero más de una lastimosa sobreactuación. Los más desteñidos y exagerados son los hombres. ¿Violencia de género? A los ministros no les gusta la verdad. Por eso, todo al final se precipita.