La directora Sally Potter volvió al ruedo con una película cargada de críticas, un poco de humor negro y sobre todo mucha ironía. Potter además se rodeó de un elenco de excelentes actores para rodar "The Party" de la cual sale exitosa a pesar de la diversidad de temas que toca a partir de una reunión en la casa de una mujer que acaba de ser designada ministra de Salud de Reino Unido. Con siete personajes, filmada en interiores en blanco y negro y en poco más de una hora, la directora arremete con elegancia contra todo tipo de hipocresía vinculada a las parejas hétero y homosexuales, el amor, la política, los partidos políticos, el estatus social, el sistema de salud, la corrección política y la maternidad, entre otros. El ritmo del guión con diálogos y réplicas ingeniosas aun en los tramos más negros y el uso poco ortodoxo de la cámara no dan respiro en la sucesión de temas y digresiones que plantean los personajes. Para que todo ese combo funcione de manera ágil y orgánica, Potter convocó a siete actores que exploran a fondo las características y contradicciones de sus personajes y el entramado de conflictos cruzados. La dirección y el elenco logran que lo que en otras manos podría haber sido un drama en este caso se transforme en una comedia mordaz en la que cada palabra y cada gesto está cargado de sentido.