Todo es Historia
Estrenando su séptima década de vida, el director de cine más famoso del mundo parece más interesado en abordar la historia política de su país que en la ciencia-ficción y en la aventura que le valieron sus más resonantes éxitos comerciales. Su interés en el pasado no es nuevo: ocupa un lugar destacado en su filmografía entre extraterrestres, arcas perdidas y dinosaurios. Solo que ahora ha adquirido un hilo temático y una urgencia que resulta fácil relacionar con el oscurecimiento de la situación política del país del norte. Un hilo invisible pero muy concreto une a The Post con Lincoln (2012) y con Puente de Espías (2015). En las tres, Spielberg se remonta al pasado para narrar decisiones límite tomadas por personajes con algún tipo de deber hacia la sociedad, poniendo en juego su reputación e incluso su vida, amenazadas por fuerzas dentro del mismo poder. El cine de Spielberg siempre ha sido optimista y, cuando peor, un poco ingenuo: pero esta trilogía conceptual reconoce al enemigo interno, enquistado en un país que vive inventándose chivos expiatorios en el resto del mundo. Ese enemigo que pone al orgullo nacional por encima de los ideales, arriesgando vidas siempre ajenas. Que pretende hacer a Estados Unidos grande a costa de persistir en el error.
El solidísimo guion de la debutante Liz Hannah y del consagrado Josh Singer (coautor de la premiada Spotlight) sitúa su prólogo en 1965, bajo la lluvia insistente de Vietnam y la punzante guitarra de John Fogerty: Dan Ellsberg, analista de las Fuerzas Armadas, documenta la ausencia de progresos con creciente desafecto hacia la guerra mientras el gobierno oculta la verdad. Resulta emocionante ver a Spielberg adentrándose en la jungla cenagosa que ya transitaran Coppola y Zemeckis, dos de sus más brillantes contemporáneos. El cineasta no sólo se nutre del cine del pasado, se entiende como parte de este y, tarde pero seguro, recorre los mismos caminos.
El relato salta a 1971 y nos presenta finalmente a sus dos personajes principales: el sagaz y entusiasta Ben Bradlee (Tom Hanks), editor del Washington Post, y Katharine Graham (Meryl Streep), insegura pero muy capaz presidenta del periódico. El equipo editorial se desespera por una gran historia a medida que el New York Times le saca cada vez mayor ventaja; mientras tanto, Graham debe afrontar los cuestionamientos de los inversionistas, que la subestiman sin disimulo por ser mujer. Todo esto, en medio de una creciente tensión entre el medio periodístico y la presidencia de Nixon.
Tanto Lincoln como Puente de espías establecen vínculos directos con películas del pasado a raíz de las historias que cuentan: Lincoln con El Joven Lincoln (John Ford, 1939) y Puente de Espías con El hombre que vino del frío (Martin Ritt, 1965). The Post dialoga fuertemente con Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976): algunos han ido tan lejos como para calificar a The Post como “precuela” de la película escrita por William Goldman, ya que en los últimos minutos Spielberg realiza una cita directa, calcando encuadres de la película de Pakula. Lo cual da pie para hablar de lo más interesante de este vínculo que se establece entre ambas películas: que no solo fructifica a nivel argumental, sino también en los recursos formales. En The Post se combinan los grandes angulares con violentas cámaras en mano, y travellings vertiginosos con zoom. ¿Hace cuánto que Spielberg no usaba zoom en una película suya? Acá aparece, en toda su gloria, para posarse desde la distancia sobre Ben Bagdikian (Bob Odenkirk), a punto de realizar una tensa llamada para hacerse con los papeles de Ellsberg, documentos que podrían terminar con la guerra de una vez por todas. El soundtrack de John Williams adopta tímidas texturas electrónicas que no dejan de ser una grata sorpresa para echar más leña al fuego que se va encrespando cada vez más a lo largo de la ajustada duración de la película. The Post se va convirtiendo en un thriller que, sin perder la serenidad, adquiere brío y vértigo a medida que nos involucramos con sus personajes y su dilema: ¿publicar la verdad a costa de poner en riesgo sus carreras, o conservar su estatus sabiendo que a cada minuto mueren soldados en una guerra por orgullo?
No se puede terminar de escribir sobre esta película sin mencionar a su elenco. Tanto Hanks como Streep, en pleno control de sus facultades actorales, nos ofrecen creaciones tan complejas como entrañables. Bob Odenkirk y Bruce Greenwood brillan y se quedan con una generosa porción de buenos diálogos y grandes escenas. Carrie Coon le saca petróleo a su acotado tiempo en pantalla mientras que Sarah Paulson y Alison Brie, que parecen condenadas a la insignificancia, tienen sobre el tramo final sendas escenas que le hacen justicia a su talento.
Lincoln, Puente de Espías y ahora The Post. Cualquier libro de análisis sobre la filmografía de Spielberg publicado con anterioridad a su estreno queda inconcluso. Hurgando en el pasado es que el director se asienta en el presente; es a través de la Historia que continúa añadiendo nuevos y emocionantes capítulos a la suya.