The Post seguramente esté lejos de ser uno de los mejores films de Spielberg, en este punto de su carrera y en adelante es poco probable que algunas de sus futuras obras supere o esté al nivel de las predecesoras que lo convirtieron en el gran cineasta que es. Sin embargo, el que uno de los pocos directores clásicos que aún continúa trabajando realice un film como éste, habla mucho más del valor de la obra en cuanto a la necesidad relevante del tema que aborda, en este caso de la labor del periodismo.
Con el impecable manejo del lenguaje de las imágenes, Spielberg asume responsablemente su lugar y visión de los hechos que llevaron a los periodistas del Washington Post a investigar y denunciar los engaños y secretos del gobierno estadounidense detrás de la guerra de Vietnam. Así como las máquinas de escribir y las imprentas son las herramientas a utilizar para que la verdad y la libertad de prensa lleguen al pueblo, Spielberg se encarga de lo mismo a través de la cámara como elemento transmisor de los hechos.
Y se encarga de hacerlo sustentado por dos pilares del periodismo ideal, aquel que mantiene sus principios a pesar de todo, desafiando todo a su paso, y sobre todo a los poderosos. Las figuras de Katherine Graham (Meryl Streep) y Ben Bradlee (Tom Hanks) glorifican al verdadero periodismo en una doble lucha contra la imagen de la institución periodística como empresa y la publicación de documentos secretos. Ambos personajes, desde distintas posiciones pero luchando por una misma causa, se enfrentan a un golpe de realidad.
Un golpe que implica dolorosamente aceptar la mentira vivida por años, ambos tuvieron fuertes vínculos con ex presidentes y burócratas de los gobiernos antecesores a Nixon, y separarse de la zona de confort no borrando el pasado, sino haciéndose cargo del mismo al exponerlo para cambiar el presente. Y si para hacerlo hay que eludir toda presión política y censura institucional, que así sea.
Todo lo que se pone en juego, desde la carrera profesional del grupo de prensa del Washington Post, el lugar de Katherine como mujer que se divide en proteger los intereses de su herencia familiar o el abrirse paso por sus propios medios en una sociedad poco dispuesta a permitírselo y hasta las vidas de los soldados que son enviados a su propia muerte, es narrado con la eficacia de los grandes clásicos del suspenso. No por ser un film de periodistas manteniendo diálogos en oficinas significa que pueda privarse del lenguaje rítmico del género para poder contar esta historia. El elemento de suspenso como herramienta narrativa le aporta la intensidad y el sentido del riesgo que corren estas personas dentro del periodismo investigativo.
The Post quizás tenga en su conformación todo lo que suele buscar para premiar una institución frívola y políticamente correcta como lo es la Academia de Hollywood, pero es en su importante mensaje y la ejecución del mismo donde el film halla su razón de existir. Dimensiona aún más lo relevante que es la labor de la prensa, y que sobre todo nunca debería dejar de serlo. Un recordatorio de lo que alguna vez fue y debería ser siempre el periodismo. Si eso es entendido, o al menos tenido en cuenta, entonces Spielberg ha dejado con esta obra una importante enseñanza. Razón suficiente para que exista y sea vista. Films así nunca están de más, los cuales siempre son y serán necesarios. Tanto como la libertad de prensa y la responsabilidad de sus principios para con la sociedad.