Momento de decisión
La libertad de expresión y la ética son los temas abordados por Spielberg en esta candidata al Oscar.
La libertad de prensa, la solidaridad y el deber ser son los temas que Steven Spielberg aborda en The Post, la película con la que vuelve a posar su mirada sobre hechos históricos de su país, los Estados Unidos.
Alejado de la imaginería desplegada en filmes como Minority Report o la próxima Ready Player One (estrena aquí el 29 de marzo), el director de La lista de Schindler se centra en cómo distintos gobiernos de los EE.UU. mintieron no sólo a su pueblo acerca de lo que acontecía en la Guerra de Vietnam.
Corre el año 1971, y si bien no se salva nadie -ni siquiera Kennedy-, la revelación del informe McNamara (Secretario de Defensa entre 1961 y 1968) es precisamente la posición del diario The Washington Post (y del The New York Times) ante la posibilidad de difundir esa “verdad”, y los embates del presidente republicano Richard Nixon por impedir que se publiquen esos archivos secretos en la prensa.
Los “papeles del Pentágono” no dejan bien parado a nadie, pero ése no es el problema que enfrentan Ben Bradlee, el editor del Washington Post (Tom Hanks) ni la propietaria y heredera Kay Graham (Meryl Streep). Hay un costado legal que va más allá del deseo o el deber que sienten como periodistas. El Post no atravesaba su menor momento económico, acababa de poner en venta sus acciones y muchos bancos no veían con buenos ojos un enfrentamiento con el gobierno de turno.
Al margen de que Bradlee y Graham podían terminar en la cárcel.
Spielberg, tal vez más acorde a los tiempos que corren, igual que como hizo con Celie, la protagonista negra de El color púrpura, su primera película dramática hace ya 33 años, plantea o fija la posición de una mujer en un mundo de hombres. Aquí, de intereses corporativos o lucrativos. Kay no es un personaje feminista, porque Spielberg/Streep lo proponen, más que sugieren, como libre pensadora, con sentido común y un coraje que surge cuando las papas queman y no hay guante de amianto para evitar las quemaduras.
No en vano Spielberg reunió a Tom Hanks, encarnando a un nuevo James Stewart como viene haciendo en varias películas, y a Streep. Debe haber pocos intérpretes que en el imaginario del público internacional generen tanto respeto y complicidad como el actor de Forrest Gump y la estrella de La decisión de Sophie.
Con la minuciosidad con que Lincoln preparaba su estrategia en el filme homónimo, o los agentes del Mosad planificaban y organizaban en Munich la caza de los terroristas palestinos, Spielberg ejercita su maestría narrativa. Aquí hay mucha palabrería, extensos diálogos y vario contrapuntos.
La ética, en definitiva, es lo que está en juego, de uno y del otro lado, y sin llegar a pecar de moralista, patriotero o fanático nacionalista Spielberg da su puntada, deja su punto de vista.
No hace falta saber nada de lo que sucedió en aquel entonces antes de ingresar a la sala del cine. Y no es que esté todo precocido, porque The Post permite al espectador sacar sus propias conclusiones.