Potenciando su narrativa inspirada en hechos históricos, el realizador Steven Spielberg vuelve a la carga con un momento clave para la libertad de expresión y el periodismo en Estados Unidos en “The Post: Los oscuros secretos del Pentágono” (2017).
La lucha de un grupo de periodistas por sacar a la luz archivos clasificados que demostraban la innecesaria participación y continuidad de la guerra de Vietnam, en la que infinidad de jóvenes fueron “sacrificados”, aun conociendo el destino de esas vidas, es sólo el puntapié inicial para construir un tenso y apasionante relato sobre la pasión que mueve a los seres humanos, el periodismo, el feminismo y mucho más.
Meryl Streep demuestra nuevamente por qué cada papel que realiza en cine le permite explorar nuevos rumbos a su actuación, en este caso interpretando a la heredera del imperio del diario local “The Washington Post” antes de convertirse en el gigantesco medio que hasta hoy en día lo es, con gestos medidos y detalles únicos (anteojos en la mano).
“The Post: Los oscuros secretos del Pentágono” avanza su relato sobre una redacción encabezada por Ben Bradlee (Tom Hanks), quien comienza a vislumbrar otro tipo de trabajo periodístico, aun sabiendo que los tradicionalistas del periódico comenzarán a impedir que el progreso, en ese sentido, llegue a las páginas.
La historia que la competencia acérrima, “The New York Times”, comienza a publicar sobre el análisis de la participación del gobierno en el incentivo de una guerra que ya sabían perdida es el impulso que necesita Bradlee para salir de su zona de confort y la del periódico.
Sabiendo que Kay Graham (Streep) comparte valores, y también entendiendo que puede dar lugar a que la historia se replique en el diario, Bradlee se arma de sus mejores periodistas para construir la estrategia que colmará páginas y páginas y que les devolverá no sólo la pasión por la profesión, sino, principalmente, el lugar que necesitan dentro del panorama de medios.
El sólido guion de Liz Hannah, Josh Singer y Elizabeth Hannah, profundiza con habilidad en la presentación de personajes y caracteres, los dibuja, los resalta, los ubica en escenario para contrastar, luego, en el medio de la batalla que se configuró.
Suma humor en medio de la tensión y entretiene comprendiendo cuál es el rol del cine. Pero la principal virtud es poder sostener en vilo al espectador hasta la última escena, algo difícil en los tiempos que corren y más aun sabiendo el resultado y la resolución de toda la historia.
Spielberg no sólo brinda su mirada sobre los hechos volcados sobre el guion, sino que juega con el soporte, filma como nadie cada detalle de las negociaciones, como algunas llamadas, con planos envolventes y ángulos complicados, pero que bajo su óptica tienen otro sentido.
En una época en la que los realizadores apuestan a lo mismo, trabajan sobre temas trillados, sin una nueva perspectiva, Spielberg demuestra el oficio con una problemática urgente, de suma actualidad, necesaria para evitar caer en los mismos errores del pasado, mirando el futuro con algo de esperanza.