Kay Graham (Meryl Streep) directora del diario The Washington Post yace atónita en su comedor estilo barroco, viste túnica blanca y su peinado boop esta levemente desarmado. El primer plano la pone en escena, en su mano un teléfono y en su cara se percibe pánico, pero si bien se la nota tensa, hay un leve sesgo de tranquilidad que le da mesura al momento. La cámara la rodea y la pone el centro de la acción, el compás sonoro del género suspense le da un clima a la secuencia que desequilibra cualquier emocionalidad cinéfila. Del otro lado de la línea algo ocurre: una llamada coral con Ben Bradle (Tom Hanks) editor del diario y los miembros del directorio Fritz Beere (Tracy Letts) y Arthur Person (Bradley Withford) desemboca en un ping-pong en donde los protagonistas de la historia deben tomar una decisión. La cámara nunca se despega de Streep y eso es inteligentísimo, no desdobla la imagen, sólo se escucha ese goteo musical, imperceptible, que genera escalofríos, y el primer plano se trasforma en primerísimo.
Cada uno de los protagonistas le cede la palabra al otro de forma ordenada, los ojos de Graham se humedecen, la voz, única, de la genia de Streep se quiebra, ha tomado una decisión. Esta escena, que dura no más de dos minutos, es una de las mejores escenas del cine. Spielberg, el gran Spielberg, logra el clima perfecto y nos regala – como siempre lo ha hecho-una secuencia magistral en donde enciende todos los sentidos en el espectador. Por sólo esa escena, Steven Spielberg debería haber estado nominado al Oscar como Mejor Director. La ignorancia de la Academia fue una salvajada.
Su orfebrería cinematográfica ofrece una película con un taming perfecto. The Post se situa a principios de los 70 , en el gobierno de Nixon, el dilema es publicar o no un paper sobre las acciones militares durante la guerra de Vietnam y dejar al descubierto las acciones irregulares del entnces presidente Lyndon B. Robert McNamara (brillante Bruce Grenwood) Secretario de Seguridad y responsable del escrito, es amigo de Kay Graham, directora The Post.
Parte de la información la ha publicado The New York Times a quien el gobierno le pone un bozal legal, desde allí la búsqueda frenética de Breen Bradley, editor responsable de The Post por seguir investigando y priorizar la noticia ante todo. Y allí en el medio está esa escena, la apodada por mí como la “magistral del teléfono” resignificador de un descenlace que deja con ganas de una secuela. Meryl Streep se devora la película reivindicando el título de “mejor actriz del mundo”, compone un papel de la heredera de un imperio, fuerte, que se impone en un mundo de hombres.
Seguramente sea la competidora más firme de Frances Mc Dormand (Tres anuncio para un crimen) para quedarse con las estatuilla a mejor actriz. Spielberg logra una película de excelencia, con una ambientación que cuida hasta el último detalle. El vestuario de Ann Roth – ganó el Oscar por El paciente Inglés– es imponente, las gafas, los trajes divito de los protagonistas, todo muestra la opulencia de una década. En conclusión Spielberg siempre cumple y demuestra que sigue siendo uno de los mejores.