Una sátira feroz al mundo del arte moderno, a lo políticamente correcto, a los valores “humanos”, a la necesidad de publicitar de cualquier manera, a la provocación absurda, a las culpas de los opulentos frente a los más pobres, al mundo supuesta “culto” y de avanzada. De guionista y director Rubén Ostlund, el mismo que tanto efecto logró con su film anterior “Force Majeure: la traición del instinto”. En este caso su trabajo le significó obtener la Palma de Oro del festival de Cannes. Y es un extenso muestrario de lo que le ocurre a un curador, muy pagado de si mismo, de un museo de arte moderno, cuya vida se complica y demuestra siempre su indiferencia, su vanidad, su habitual aprovechamiento del prójimo, y en el fondo su total desprecio hacia las obras de arte que el mismo eligió. Muchas historias se cruzan sin tener que ver unas con otras, pero con el objetivo de describir a ese protagonista. El robo de su celular, las decisiones que toma para recuperarlo, las consecuencias de lo que ocurre. Un encuentro sexual con una periodista y la pelea por un preservativo usado y el temor de que su esperma sirva para que sea extorsionado. Y la campaña para promocionar un cuadrado trazado en la entrada del museo, la gran convocatoria, un lugar donde todos tiene los mismos derechos y obligaciones, y se sentirán felices y seguros. Para promocionarlo contrataran a jóvenes publicistas que pergeñan un video violento con el solo objetivo de que se viralice. Y una demostración final donde los ricos y poderosos son agredidos por un hombre casi simiesco hasta lograr las reacciones mas enloquecidas. El resultado es atractivo, rezuma ironía, un humor feroz e incómodo, en una sociedad opulenta que simula no ver a los numerosos mendigos que pueblan sus espacios emblemáticos.