Ruben Östlund retrató la problemática del bullying en los niños en Play (2011), con un realismo social que desnudaba las falencias del sistema en Suecia. Hasta el momento en que pude ver The Square, Play era lo más destacado en su filmografía. No habría que ignorar su laureada Force Majeure (2014), pero es que aún cuesta creer que su película menos arriesgada sea la más reconocida.
Ahora no hay chicos peleando en las calles o una pareja en conflicto. The Square es protagonizada por Christian (un notable Claes Bang), un curador de un museo de arte contemporáneo que expone obras destinadas a fomentar valores humanos como la solidaridad y la empatía. The Square (la obra del museo que le da el título a la película) quiere mostrarnos que la bondad humana todavía existe, y está representada por un perímetro cuadrado luminoso de 4×4, ahí dentro todos están a salvo del mundo exterior. Como si de una burbuja protectora se tratase, The Square es el futuro perfecto.
En paralelo, en un intento por ganar mayor notoriedad para el museo, unos jóvenes pasantes logran viralizar lo controversial en YouTube. Un video que por violento y gráfico va en contra del ideal del museo. Surge el conflicto.
Östlund narra los hechos con la corrección técnica sueca que lo representa: planos milimétricamente estudiados, un guión férreo y el infaltable estilo nórdico. Hay escenas muy logradas sobre la marcha y funciona como una radiografía del comportamiento humano. Es una sátira que bastardea la corrección política, muchas veces de manera shockeante (memorable la escena del poster).
No es para el público masivo, recomendable para quien quiera ver una historia bien contada y lejos de la risa fácil.