Feroz crítica sobre el mundo del arte, con su snobismo a flor de piel y la denuncia de clase desde una clase. Algo parecido había hecho la local “El Ciudadano Ilustre”, pero acá todo se potencia y explota de una manera insospechada.
Algunas contradicciones, principalmente en su personaje protagónico, no resienten igualmente a la mordacidad de un director que nos tiene acostumbrados cada vez más a reflexionar sobre nosotros, nuestras reacciones, y nuestras miserias.