Los superhéroes de Marvel se vienen con todo. A la lista de los ya estrenados y celebrados Hulk y Iron Man (algo así como los Tévez y Messi de la cofradía), además de la inminente llegada de Captain America y Black Widow, se le mete en medio este rústico paladín de la justicia hijo de Odin y portador del martillo más pulenta de la historia del comic.
Thor está entre nosotros y nada menos que dirigido por Kenneth Branagh, que en un principio pudo sonar como sapo de otro pozo a la hora de encargarse de una historia de estas características, pero que a la vista del resultado en pantalla, es inevitable decir que sin duda se trató de una elección atinada.
El film nos muestra el desquicio que provoca el rubio musculoso y tontón en el reino del gran Odin (Anthony Hopkins) cuando decide por cuenta propia combatir de visitante a los malvados seres de hielo que amenazan con convertir en rolitos a todo aquel que se le cruce. Reto mediante, el padre real castiga a su hijo enviándolo al planeta tierra, aunque también le manda el martillo sagrado para que lo tenga cerca en caso de problemas.
Caído en tierra estadounidense, el hombre de los rayos y las centellas emprende un curioso derrotero que lo lía con agentes del FBI y una simpática estudiante de ciencias (Natalie Portman), la cual, en parte por el obvio e inevitable chisporroteo amoroso, será nexo con los problemas terrenales que aquejarán al héroe. Claro, la cosa se pone espesa en serio cuando llegan de visita un par de personajes que debían haberse quedado en su planeta original...
El trabajo del siempre clásico Branagh está montado en esta ocasión sobre la parafernalia hollywoodense del habitual operativo digital, con efectos 3D en algunas ocasiones (aunque el efecto no está aprovechado en plenitud) y, siempre, con un nivel de puntillosidad técnica arrasadora, al servicio del orgasmo pochoclero durante las casi dos horas de cinta.
Sin embargo, lo que destaca a Thor dentro de la andanada de films del universo comiquero, es su pefil de película-intro, de producto pensado y orientado inequívocamente a servir como prólogo de lo que será The Avengers, la gran apuesta de Marvel y Hollywood para el año próximo, donde veremos a los super paladines de la justicia en yunta. De hecho, no faltan referencias a Tony Stark y a Bruce Banner, partes excluyentes de la cosmogonía heroica.
Quizá entonces, con todas las cartas sobre la mesa, con todos los poderes desarrollados y puestos en juego, podremos terminar de armar este rompecabezas y sacar la conclusión de cuál es el verdadero lugar que ocupa en el equipo este titán musculoso y grunge, el martillero público número uno.