Héroe milenario en la modernidad
Otra adaptación de uno de los personajes del universo Marvel salta a la pantalla grande y lo hace de la mano de Kenneth Branagh, un realizador impensado para este tipo de películas, aunque antes había probado suerte con Frankenstein.
Especialista del mundo shakesperiano, Branagh pone todas la carne al asador en esta aventura que juega con los universos paralelos, la ciencia, la magia, el exilio y la lucha entre hermanos por obtener el poder.
La historia transcurre entre la actualidad y el antiguo mundo de Asgard, donde Odin (Anthony Hopkins) ve el futuro del reino en mano de uno de sus dos hijos. Por un lado, el valiente y fornido guerrero Thor (Chris Hemsworth, de Star Trek), que es castigado por su accionar y enviado a la Tierra. Y, por otro, está Loki (Tom Hiddleston), el hermano malvado con ansias desmedidas de poder.
La película de Branagh habla del proceso de transformación del protagonista en héroe milenario, entre luchas con criaturas monstruosas y también asimilado luego a las costumbres de la vida moderna.
Entre sus compañeros de aventuras está Jane (Natalie Portman) que logrará robarle el corazón y, como dice, uno de los personajes "Jackie Chan, Robin Hood y Xena", tres guerreros que llegan de Asgard a la Tierra para ayudar a su amigo.
Vertiginosa, con mucha acción y peligros en el camino, Thor acumula buenas secuencias de luchas (potenciadas por la tecnología 3D) y se alimenta del género western, con el enfrentamiento entre el héroe y un gigantesco robot en calles polvorientas. ¿Y el martillo?, también eje central del film.